
Llegué lo que se llama mamada. Absolutamente agotada. Que la maleta, que duerma en esta silla o en este sofá, que camine, que camine más, que corra, que tarde, que temprano, que bus, metro, taxi. Cansancio, en serio, del de verdad. Tanto así que quería llegar a mi casa. Ansiaba con locura una ducha y mi cama. Pero llegué directo a clase y luego a otro compromiso. Sigo cansada, felizmente agotada. Que felicidad estar agotada, atragantada, muerta de tanta vida.
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