La verdad es que llegué como a la cita número 15 o algo así.
En algún momento perdí la cuenta aunque era divertido llevarla, quién carajos
tiene claro el número de dates que lleva con un tipo: las locas. Pero yo
tengo derecho de estar loca, por guapa y soltera. La cosa es que para mi,
fueron demasiadas, demasiadisisisisismas salidas. Y a pesar de que no
trascendió, ni llegué a pasarme a vivir con él, ni a casarme, ni esas cosas que
uno empieza a maquinar sin control, me doy por bien servida. La pasé bien. Fue
buena onda él. Cada que lo veía lo único que hacía era reír. Fue una especie de
galán. De esos caballeros modernos, jodidos por otra relación y libres que no quieren
otra. O de pronto sí quiere, pero no conmigo, o no como yo quiero. Y de pronto
algún día iba a querer, sí, sí, estoy segura, pero no estoy para sentarme a
esperar y sufrir todo ese desgaste emocional que me estaba matando. Esperar
llamadas. Querer verlo y no poder. No poder ser tierna y amorosa por no saber
si tengo la autorización. No salir juntos. No hacerle seguimiento a mi día a día. Ay no. No había más a dónde ir. Así que cogí mis motetes y caminé al olvido. Sí,
estuvo divertido tener una ilusión. Pero la verdad, lo más divertido fue darme la
oportunidad a mi misma de tener algún acercamiento al amor. Mínimo, pero
acercamiento. Sin embargo, mejor me muevo y sigo con la tranquilidad de mi soledad
hasta que llegue alguien con quien pueda ser amorosa, muy amorosa y empalagosa.
Que lo llame 100 veces al día y el a mí 200 a preguntarme qué ha pasado. Que
nos veamos todos los días. Durmamos todos las noches juntos. Hagamos el amor al
despertarnos, en la mitad de la noche, y en todos los lugares. Algo
así o no así, pero chévere y romántico. Muy chévere y muy romántico
porfi. Algo que implique un acercamiento cercano y profundo al amor. ¿Se podrá?
viernes, 29 de junio de 2012
miércoles, 27 de junio de 2012
DÍA 163: la princess ¡Ja!
Entrar a un lugar en donde las marcas y los diseñadores envían
sus vestidos para que sean lucidos en el evento más importante de una revista y poder elegir el que uno quiera entre
muchos, de diferentes colores, marcas, diseñadores y estilos, además de poder
escoger los zapatos perfectos y hasta la cartera, podría ser la ilusión de
cualquier mujer. Y nada, a mi me tocó porque por alguna razón divina a mi me
pasan cosas chéveres. Además, como si no fuera suficiente haber encontrado el vestido de
princess más perfecto que haya podido imaginar, me maquillaron y me peinaron.
¡Qué fuerte! el sueño de toda mujer. Así que muy princesa me fui a los Premios
Internacionales YO DONA. Y nada, hubo de todo. Los más famosos de España que yo
no reconocía. Comida deliciosa. Empresarios importantes que claramente tampoco
identificaba. Música. Tragos. Vestidos increíbles. Y lo mejor: la bonita
oportunidad de sentirme la princess más linda de España y acercarme
extracurricularmente a los de la revista. ¿Y así uno como no pone un alto en el
camino y dice, "wow, qué increíble es la vida conmigo" y suspiro y me
siento afortunada, mimada y feliz, más que siempre, como siempre.
lunes, 25 de junio de 2012
DÏA 162: El dueño de mi alma.
Cuando lo veo a él me veo a mí, la real, la verdadera. Sale
la yo pura y dura. Sale para él, por él y para que él la analice y le dé los
toques que necesito para ajustar lo que está desajustado dentro. Débil e
insegura. Arrolladora y divertida. Temerosa y exigente. Y le peleo. Y le exijo.
Y me pongo repelente y grosera. Y lo abrazo y no lo quiero soltar y quiero
escrudiñar su alma. Y nos agarramos como se pelean los hermanos. Y me frustra.
Y quiero que sea el mejor ser humano, el perfecto. Porque para mí lo es y no
quiero que tenga ni media imperfección. Y me hace feliz. Y me enternece. Y sale mi niña interior. Y sale mi yo hecha mujer. Y sale mi delirío de mamá perfeccionista. Y mi inocencia de hermana menor. Y me
saca de quicio. Y le pregunto que si todo va a estar bien. Y quiero que me
guie. Y quiero que me haga mejor. Y quiero me de pistas de qué demonios hacer
con mi vida. Y quiero que se quede para siempre, y sé que estará para siempre,
como siempre. Ese es mi hermano, el gran amor de mi vida.
viernes, 22 de junio de 2012
DÍA 162: Mando Huevo
Llevo días
infinitos. Días en los que no puedo despertar a la hora que me da la reverenda
gana y días en los que me acuesto tardísimo. Y hoy me desperté con un sin sabor aburrido. Quería
despertarme cuando yo quisiera y no cuando a las obligaciones se les antoja. Quería agua tibia y salía
muy muy fría o muy muy caliente. Todo me quedaba horrible y me sentí obesa.
Camino al metro me caí. El libro que me estoy leyendo empezó a sentirse sonso.
Pero me di cuenta que mi mal sabor no era todo eso. Ayer fue un día largo en el que sentí
que lo que hago en el trabajo no tiene sentido. Me hacia falta, demasiada, mi
hermano. Salí cansada, desmotivada y aburrida. Se me partió el diente de arriba
de la mitad y quedé más que asquerosa. No tenía, ni tengo y al parecer no tendré
nadie quien me abrace, me mire, me de calma, me diga que me ama y que todo va
a estar bien. Pero el metro es una bendición. Me senté y lo miré porque me
miraba. No era guapo, y parecía de 23 años y hay que decir que quiero un hombre
hecho y derecho. Por eso continúe con mi lectura sonsa. Cuando volví a alzar la vista el
chico que me miraba, ahora miraba a un
niño a su lado. Hace mucho no veía una mirada con tanto amor. Era amor
infinito. El niño debía tener seis años y era inquieto y todo el tiempo sonreía.
El guapo que
no era guapo y que empezaba a volverse guapo ante mis ojos, realmente lo contemplaba. Le
agarraba la mano. Lo acariciaba. Y le cogía la barriga a manera de broma. El niño seguía sonriendo pero nunca miraba
fijamente. Ni tampoco hablaba. Pero él lo miraba con profunda ternura en sus ojos. Así me di cuenta que el niño tenía alguna especie de
retraso. Claro, el guapo llevaba un pañuelo blanco limpiándole la boca cada
tanto al niño sonriente. Me miraba de vez en cuando y yo trataba de disimular
que estaba embobada con la escena más tierna de mis últimos tiempos. Leía una o dos
oraciones en mi libro maricón y volvía a mirarlos. El niño sonreía y el
guapo lo amaba con la mirada, con sus mimos, con su entrega. El guapo que no
era guapo ahora era guapisisisiisisimo. Y yo quería tirarmele encima y abrazarlo y agradecerle que fuera feliz aun con inconvenientes. Se
bajó con el niño en la parada de metro donde siempre veo que se bajan las personas con
alguna discapacidad mental. Me miró antes de
salir y estando afuera. Yo le sonreí queriéndole decir que era la hostia y que
esa entrega tan berraca me había provocado entregármele yo a él. Supongo no
entendió. Pero, Joder, pensé. Y yo encaminando mi día al fracaso por
un bendito diente, por ganas de dormir, por falta de un amor, porque estoy
repuestica, porque el agua no estuvo tibia. Mando huevo.
martes, 19 de junio de 2012
DÍAS 159-161: corazones
Mi hermano
es el gran amor de mi vida. Tiene la personalidad más bonita que alguien pueda
tener. Es noble, bueno y divertido. Nunca, jamás de los jamases, nada le
molesta, es feliz, risueño y contagia de alegría a todos los que estén con él.
Sin embargo como hace diez años me fui de casa y he sido la hija que vive
lejos, son pocas las oportunidades que tengo para saborearlo. Entonces vino de
visita y me lo tenía que gozar. Y me los gocé. A él y a su mejor amigo. Ese
mejor amigo que creció con nosotros y que viene siendo algo así como el hermano
de mi hermano, lo que lo dejaría siendo mi otro hermano. Con otras
connotaciones, pero algo así. Y me los gocé. De mañana y de tarde. De noche y
de día. Con abrazos, besos y discusiones.
Y fui feliz.
Nos miramos como se miran los hermanos. E hicimos chistes que solo los que se
conocen desde siempre entienden. Y nos peleamos como se pelean los hermanos. Y lograron en mi la tranquilidad que da una
mirada cercana. Y me vieron como soy, como he sido y como soy ahora. Quise
ahogarlos a pechiches. Y los ahogué. Y no quería soltarlos y que solo fueran
para mí. Pero no podía, así que me tocó compartirlos y presentárselos a las que vienen siendo
MIS personas aquí. Y bueno, hicimos un combo agradable, sandunguero y divertido.
Compartí con los míos de aquí y los míos de allá. Y uní mis vidas, la de allá y
la de acá, para no olvidar que soy de allá pero que ahora pertenezco acá.
miércoles, 13 de junio de 2012
DÍA 158: los hombres siempre quedan mal ¿no?
"Perfecto,
mañana quedamos" y colgamos. Y cuando se volvió mañana empecé a morir de a
poquitos. Agonía y desasosiego. Algo así. A las 11am fue mi primer grito herido
de "no aparece". Siguió el de las 12:39 y el de la 13:11. A las 16h
cuando salí del trabajo ya estaba sintiendo el llamado de la muerte.
Intranquilidad. Inseguridad: La certeza que me iba a quedar mal, como todos los
otros. Cada hora y con paciencia todas me dijeron, me imploraron que me calmara.
Y yo no sabía cómo explicarles que no existía la forma que mantuviera la calma.
¿Y si no aparecía?. Y ellas seguían respondiendo a mi estado de quinceañera enamoradainseguradañadaporloshombres:
"vamos a su casa y lo matamos entre todas, pero va a aparecer, quedaron,
por qué no ha de aparecer" Porque es hombre, y los hombres siempre quedan
mal ¿no? En medio del
desasosiego dije que le daba hasta las 19h para aparecer. Esos deadlines que
uno se da sin ninguna razón pero que uno cumple cabalmente. Seguía muriendo.
Lentamente. ¡Qué jodido esperar! A las 18:53 apareció el muy cabrón como si
hubiera oído mi ultimátum. Y el alma me volvió al cuerpo. Y se me paso la
tensión. Y sonreí tímidamente pensando que qué carajos me había pasado todo el
día. Y ellas dijeron que sabían que iba a aparecer y yo pensé que estoy muy
vieja para esas guevonadas. ¿Por qué no podía aparecer a las 8am y así
ahorrarme todo el día de agonía? ¿Por qué no puedo confiar? No sé qué es peor. Si tener alguien con quién
quedar y sufrir el proceso o no tener a nadie y que no haya ningún
proceso y sufrir porque no hay nadie ni ningun proceso. Todo es peor. O no. Lo peor soy yo .
lunes, 11 de junio de 2012
DÍA 157: lunes de mierda
Yo no le tengo nada de cariño a los lunes. Y cuando digo
nada es nada. Realmente nada. Amanezco sin ganas de enfrentar la realidad y de
volver a empezar. Sin ganas de arrancar porque quisiera quedarme en lo reconfortante
de hacer nada. Me siento sin fuerzas para cumplir horario, o para arreglar el
cuarto después de probar cien pintas el fin de semana. Me siento sin animo y
llego a extrañar a mi familia. Veo el lado izquierdo de la cama vacío -otra
vez- y siento como si fuera la rectificación de que siempre estará así.
Inevitablemente me veo gorda, obesa, por los permisos auto concebidos
de comer y beber viernes, sábado y además domingo. Odio los lunes, es la caída
libre en la que uno termina vuelto pedacitos luego de la subida y euforia del fin de
semana. Alguien que se robe mis lunes y me devuelva las ganas de enfrentarlos, ¿mucho pedir?
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