martes, 19 de junio de 2012

DÍAS 159-161: corazones

Mi hermano es el gran amor de mi vida. Tiene la personalidad más bonita que alguien pueda tener. Es noble, bueno y divertido. Nunca, jamás de los jamases, nada le molesta, es feliz, risueño y contagia de alegría a todos los que estén con él. Sin embargo como hace diez años me fui de casa y he sido la hija que vive lejos, son pocas las oportunidades que tengo para saborearlo. Entonces vino de visita y me lo tenía que gozar. Y me los gocé. A él y a su mejor amigo. Ese mejor amigo que creció con nosotros y que viene siendo algo así como el hermano de mi hermano, lo que lo dejaría siendo mi otro hermano. Con otras connotaciones, pero algo así. Y me los gocé. De mañana y de tarde. De noche y de día. Con abrazos, besos y discusiones. 
Y fui feliz. Nos miramos como se miran los hermanos. E hicimos chistes que solo los que se conocen desde siempre entienden. Y nos peleamos como se pelean los hermanos. Y lograron en mi la tranquilidad que da una mirada cercana. Y me vieron como soy, como he sido y como soy ahora. Quise ahogarlos a pechiches. Y los ahogué. Y no quería soltarlos y que solo fueran para mí. Pero no podía, así que me tocó compartirlos y presentárselos a las que vienen siendo MIS personas aquí. Y bueno, hicimos un combo agradable, sandunguero y divertido. Compartí con los míos de aquí y los míos de allá. Y uní mis vidas, la de allá y la de acá, para no olvidar que soy de allá pero que ahora pertenezco acá.

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