miércoles, 31 de octubre de 2012

Algún día

Odio no cumplir lo que me propongo. Y no terminar mis 365 diás ha sido un puñalado por la espalda de mi misma para mi misma. Y me llené de excusas. Que uní los dos blogs y luego se me cayó con más de diez entradas de este allá. Que me robaron las tres Hadas en Budapest. Que quiero dejar de escribir porque he perdido fuerza. Que no podía migrar este blog para allá y el de allá para este. Que quiero un nuevo diseño y hacer esto en serio. Que necesito alguien que me organice todo. Un patrocinador.

La cosa es que lo fui dejando pasar y pasar y ahora digo que qué cagada. Tengo una memoria conmovedora que no se acuerda sino de lo que le conviene. Y este -sin importar que me leyeran o no, si estaba aquí o allá, con hadas o sin hadas-, no es más que el registro de mi felicidad viviendo esta vida aquí en España que escogí.

Y ahora se me acabó y tengo el desface, por mi culpa, por mi culpa y por mi gran culpa de 165 días, nada más y nada menos. Estoy jodida. No registré la locura de mis días en Malaga. Ni ese amor de allá que me hace temblar las piernas todaviá de solo pensarlo. No registré Marbella. Ni ese caballero alucinante que me hizo feliz en el sur. No dejé creditos de Munich. Ni la locura que fue. Ni de las increíbles amigas que tuve en esa parte de Alemania. No registré mis últimos días en la revista, ni mi forma de huirle a los de mi clase para no despedirme de ellos. No me conté de lo que significó Budapest y Praga para mi con mis grandes amores (mis amigas) de aquí. 

Y claro que hay más. No revelé que me fui a un pueblo sola con mi valentia y mi romanticismo a ver un amor y ponerle la cara y enfrentarlo como una valiente y que yo misma arruiné. Que fui a toros. Que no estuve tiempo en Madrid. Que me tocó volver a empacar. Que llegaron mis papas a verme. Que me fui a la India. Que vi a mis tias que adoro y hace mucho no veo. Que vi a mis primos. Que el viaje a la India fue asomar la cabeza en otro mundo. Que fui a Ceuta. España en Africa. Que estoy tratando de aceptar el fin serenamente, pero no puedo. Que tengo ansiedad de volver a ver qué o qué. Que tengo miedo. Que no sé que va a pasar. Que creí en el amor. Que no creí en el amor.  

No sé cómo carajos pude dejar de escribir, estoy segura mi memoria y yo, más adelante lo reclamaremos.

miércoles, 8 de agosto de 2012

DÍA 180: Soy una backpacker de casas


Estoy absolutamente mamada de mudarme. Me entra odio y mala onda solo de pensarlo. Siento desespero o impotencia o confusión o mil cosas más, juntas y revueltas. Y quiero hacer pataleta y tirarme en el piso y llorar y revolcarme entre mis lágrimas y meterle puños al piso y dar patadas y gritar entre llanto y que mi mamá venga y me salve o un súper héroe o algo así. Pero no. Se supone que estoy grande y me toca afrontarlo y mi mamá esta lejos y no puede hacer nada y el súper héroe no aparece, así que la pataleta me la trago y en silencio se la hago a la vida y me pongo gruñona. Y pienso lo que es recoger todo y es el único momento donde me cuestiono para qué carajo tengo tanta ropa. Y no me caben las cosas. Y para qué guardo tanto recuerdo (que la entrada a yo no sé dónde, que el pasaje a mi lugar favorito, que la foto con Pepita, que el muñequito de no sé qué) que finalmente tengo que botar. Y sube y baje y vuelva a subir. Y que ropa y que zapatos, y que las carteras.., empaque y vuelva a desempacar en otro closet cuando ya le estaba cogiendo la maña al anterior. La cosa es que para mi mudarme se ha vuelto una tragedia. 

Es la tercera vez en Madrid y entro en etapa de negación y me quedo a dormir en la casa de mis amigas para no afrontarlo. Y es que miro atrás y es una pesadilla. Antes de esto, hace un mes me pasé y hubiera querido quedarme ahí por el tiempo que me falta en España, no porque fuera la mansión ni tuviera mil comodidades, sino solo por quedarme en un mismo lugar. Ya había sido suficiente con traer cargamentos de cosas desde Colombia y llegar al apartamento en el que estuve nueve meses. El apartamento quedaba donde ni Dios llega y sabía que no me iba a quedar eternamente ahí pero guardaba la esperanza de que solo fuera un cambio de casa más. Uno solito. A mi recoger y volver a poner cosas me cuesta. 

Antes de venirme a España 10 meses había cogido mis corotos en Bogotá para irme para Santa Marta. Ahí supe que estaba en el hogar, pero ya no era mi casa, era la de mis papás. Y fui feliz ahí. Demasiado. La comodidades que tanta falta me hacen, ahí las tenía todas. Rosa atrás recogiendo lo que dejo tirado. Mamá comprensiva, papá divertido, hermano gruñón y cerca. Sol, mar, buenos trabajos, amigas chéveres, buena fiesta. Pero llegué sabiendo que estaba de paso y de paso me sentí y como si estuviera de paso viví.

Y antes, estuve algo así como año y medio en la casa de mi Paz en Bogotá. También fui feliz y ahí mi vida tomó un poco de forma y sentí mi alma un poco perteneciendo a un lugar, a ese. Pero no podía dejar de tener la certeza que me tenía que ir en algún momento, no sabía cuándo, ni a dónde, pero sabía que me tendría que ir. Ahí estuve bien. Una buena compañera. Un lugar chévere. Buena ubicación. Trabajo. Armonía.

Obvio, antes de ahí estuve en otro lugar. No sé bien cuánto tiempo. Lo que sí sé es que fue poco y no me gustó. Y no estuve contenta. Y yo tampoco le gusté a la persona con la que vivía. Así que menos que me sentía en mi lugar, mio de mi propiedad. Y ni hablar de lo que vino antes de eso. Hice un sacrificio y compartí cuarto. Y no fue tan mal, pero no. Por lo que supe en todo momento que no era el lugar donde me iba a quedar mucho tiempo y esa forma de vida no me correspondía. 

Ahí había aterrizado directamente desde Buenos Aires. Si ya mudarse es un caos, mudarse de país son dos caos juntos. En la capital Argentina compartí un mini apartamento. Estuve tranquila, salía del edificio y tenía la nueve de julio ante mis ojos. Me iba caminando al trabajo. Tenía la compañera más dulce que haya tenido, pero tenía los meses contados allá y no había manera, no solo de que me quedara, sino que yo existiera en un lugar tan pequeño, en un mismo cuarto, en una misma cama con mi feliz y divina roomate. No iba conmigo.

Ahí llegué por un fracaso en mi anterior vivienda. Era la primera vez en mi vida que compartía cuarto y la gente era diferente a mi y no, no, no. Salí corriendo. Me parecía mediocre y regular. Era en Belgrano, un lindo barrio porteño, pero que me quedaba lejos del trabajo. Así que dormía cada que podía donde mis dos ángeles argentinos (que realmente eran colombianas). 

Y puedo seguir con mi listado de mudanzas porque ya en Bogotá antes de mi viaje a Buenos Aires, iba logrando mi master en mudanzas. Así que soy una nómada con mucho equipaje que va de lugar en lugar. Y que odie mudarme no quiere decir que me quiera quedar en un mismo lugar para siempre. Qué talito. Porque sí viviría un año en cada país si tuviera una fortuna en mis manos. Pero del hecho de mudarme, estoy mamada. Absolutamente. Loca y dolorosamente. No quiero hacer más sacrificios por estar donde quiero estar. Ni por no gastar más, ni por flojera a buscar bien. Yo no me quiero asentar ni echar raíces, no ahora, estoy muy joven para eso. Pero si quiero un lugar que sea mi lugar. De nadie más. De mi gusto, de mi propiedad. Con mis cosas y con mi alma. Que sienta que me pertenece y que yo me sienta con certeza en el corazón, que mi lugar es ese y solo ese. 

¿Estas leyendo, vida? Me lo merezco, ¿no? Porfi, gracias. 

lunes, 6 de agosto de 2012

DÍA 179: Los domingos no son malos

Realmente le he cogido cariño a los domingos. A pesar que es inevitable que uno cierre los ojos y de repente se haga lunes y toque enfrentar las responsabilidades. Y a mi no me gustan los lunes por toda esa idea que abarcan de tener que ponerle la cara a una nueva semana. Y es que el mundo está girando más y más rápido y parece que llevara afán y no quiero que lo tenga. ¿Por qué ha de andar rápido si esta edad, este momento, este lugar, esta yo, este todo está más que entretenido? ¿No poder ir despacito y caminar en vez de correr? Pues no, es como si cada vez le mejorara el estado físico y corriera más el desgraciado. Por eso no me gustan los lunes. Porque implican movimiento. Menos tiempo para hacer cosas y conocer lugares. Yo más lejos de los veinte y más cerca de los treinta. O sea, el llamado al asentamiento, a un mismo lugar, a una misma casa, un mismo trabajo y ¿no estoy muy joven para eso? en fin. En cambio los domingos se han vuelto mis amigos. He dejado a un lado ese fastidio de 'maldito domingo solitario reflexivo'. Por el contrario, hago como hice ayer. Me levanto tarde, como me gusta, hago pereza, me quejo un rato de no querer bañarme, me baño bailando en la ducha, y hago un lindo plan. El de ayer fue un Neo picnic, por ejemplo. Compramos pizza y nos fuimos al parque El Retiro a tirarnos y hablar de nada. Nada de sanduchitos y un canasto con cosas. Ni un mantel de cuadritos rojos ni nada. Solo nosotros con la pizza y las gaseosas hablando de nada. Y nos aburrimos del pasto y de las parejas enamoradas y de los evangelizadores y de hablar nada y nos fuimos a caminar y a comer helado con chocolate hasta en los sueños. Y sin darnos cuenta se pasó el domingo sin piedad y feliz. Se fue sin avisarnos que estábamos cerrando la semana y abriendo una menos en este lindo momento de la vida. La cosa es que se largó sin darnos espacio a los existencialismos domingueros, esos que matan. Suerte a los malos domingos. Yo los voy a querer y a aprovecharlos como aprovecho todo. Y eso he venido haciendo desde hace mucho tiempo, los domingos son chéveres, son amigables y no tienen la culpa del aguafiestas lunes.

viernes, 3 de agosto de 2012

DÍA 178: ¿y qué será de mi allá?

11 razones y media por las que NO quiero volver a Colombia

1. Porque ya los besé a todos.

2. Porque vuelvo a comer arepa de huevo, chicharrón, kayeye, ajiaco, patacones, sancocho y el resultado será la resurrección de la Gordita Samaria.

3. Porque los hombres guapos no existen y entonces no tendré con qué distraer mi vista y pensar que el mundo es bello y mis pobres hijos serán victimas de ello.

4.  Porque el sistema de transporte por tradición son unos buses viejos y destartalados que o van demasiado rápido o demasiado lento. Que están sucios y mal cuidados. Que van llenos y uno tiene que estar pendiente de agarrarse para no morir, cuidar sus cosas para que no lo roben y defenderse del tipo que lo morbosea. Todo al mismo tiempo. Además, no son propicios para leer, sacar historias para mi blog y enamorarme. Así las cosas se me irá todo el sueldo en taxis y los taxistas obvio, no son guapos. 

5. La ropa es cara así que no podré salir a comprarme algo cada que tengo una nueva cita. Pero bueno, como no hay guapos y ya los besé a todos, no habrá citas y no tendré que comprar tanto. 

6. Allá (y solo allá) mi ex que nunca fue mi novio, es una buena idea. Y yo no sé si le parezco una buena idea a él.

7. Se me acaban los días eternos en donde gracias a la maldición de los gitanos (esa en la si sales el lunes, sales todos los días hasta el otro lunes)  las noches se eternizan, hay planes, lugares y gente por conocer. Es que resulta que el país del reinado de la Ganadería, el sol se pone a las 6pm y a partir de las 8pm el plan es ver novelas y luego dormirse.

8. Tengo que volver a oír a Silvestre, Peter y Martin Elías y entender que a pesar que tienen mucho de ordinarios, me fascina bailarlos con un buen parejo.

9. En Colombia todo el mundo sabe ingles entonces no soy la chimba por ser la única que maneja otro idioma. 

10. Porque Petro es el alcalde de Bogotá y Caicedo el de Santa Marta.

11. Porque cuando vaya caminando por las calles no me van a decir 'guapa' con respeto y admiración, sino dejarán salir en cada paso algo como 'mamacita deliciosa, quién fuera no sé qué para hacerle yo no sé qué en yo no sé dónde y meterle quién sabe qué' con cara de enfermedad sexual.

Y mi ñapa, obvio: porque es mucho más chévere vivir en España que vivir en Colombia.

PD: AMO COLOMBIA y siempre es bueno volver a casa.

miércoles, 1 de agosto de 2012

DÍA 177: si, buenas, se metió agosto

Es agosto y que mamera y que felicidad. Si, todo al mismo tiempo. Es aburrido porque lo único que esto quiere decir es que me falta algo más de dos meses aquí en mi feliz y perfecta vida europea. Que estoy cerquita de volver a la realidad. Que me toca buscar un trabajo y eso requiere muchas cosas sobre todo porque yo rozo la línea entre pretensiosa y exigente. O sea que el famoso trabajo no solo tiene que hacerme feliz, ni pagarme bien sino que me tiene que hacer feliz, sí otra vez. Y es que yo no quiero nada más en la vida que estar feliz. En fin, volver es tener muchas más responsabilidades. Es volver a un país caótico e inseguro. Un lugar dónde la política me causa dolor verdadero. Donde el trafico es como sacado de una película de terror pero en últimas es ese sitio a donde supongo, pertenezco. Y me duele volver, bueno no me duele, me asusta volver y no sé si estoy preparada pero cada día me hago más la idea. Y así empiezo a cerrar ciclos aquí. Empiezo a dar todo el amor a los que me rodean para no arrepentirme de no haber dado  el suficiente. Empiezo a hacer cosas que no he hecho. Ir a lugares que TENGO que ir. Levantarme a las 7 y acostarme lo más tarde que puedo. Empecé la etapa de aceptación o resignación, ni sé. Y es que cuando salió el sol y llegó el verano, yo me terminé de enamorar de Madrid. En algún momento, no sé cuál, me enamoré de esta estación de mi ciudad adoptiva. Amo la terrazas. Me fascino con los outfits de la gente. Me sorprendo cada día con el horario de verano. Y me siento feliz aquí. Muy feliz. Y quisiera quedarme. Y quisiera que fuera un buen momento y hubiera más oportunidades. Pero empiezo a hacerme la idea de que hay que volver y que eso de quedarme aquí casi que eternamente, conseguir un amor y tener 5 españolitos no se hizo realidad. Pero la verdad es que cada día que pasa me duele más dejar esto pero sonrío más con la idea de volver.

lunes, 30 de julio de 2012

DÍAS 174-176: Madrid vs Barcelona



Cuando alguien menciona Barcelona es casi que una regla que la comparen con Madrid. 'Que me gusta más', 'que es más divertida', 'que es que tiene playa' pero uno nunca ve que se mencione San Sebastián o Málaga y digan algo como 'tiene esto que no tiene Madrid'. Es algo así como hermanas y rivales. Y los de allá la defienden con el alma y los de acá igual. Y yo no quisiera caer en comparaciones porque vivo en Madrid, lo que haría que mi pronunciamiento se viera bastante parcializado, pero caeré en comparaciones y disfrutaré, sin vergüenza alguna, de estar parcializada. ¡Que linda Barcelona! Pasé tres días increíbles. Comí delicioso como creo que hace mucho no comía en mi Madricita (no sé si es que ya me acostumbré a la comida de aquí y ya no me sorprende). Sentí la magia que transmite la Fuente de Montjuïc y disfruté verla más llena que un concierto de rock con gente feliz bailando y dejándose mojar. Y pensé que en la ciudad donde vivo no hay un lugar con tanta magia, así que sonreí y me emocione mientras la veía. Me sorprendió gratamente la Sagrada Familia porque ni en lo más remoto de mis pensamientos hubiera pensado que sería tan original y surreal y por eso entró al listado de las iglesias favoritísimas que conozco. Y luego el Parque Güell y el resto de locuras de Gaudí, me hicieron pensar que si él estuviera vivo lo hubiera stalkeado tanto que se hubiera enamorado de mi porque yo estaría perdida por su locura. Que tenga mar y cientos de yates como el que yo quiero tener cuando sea grande es otra virtud de la capital catalana, pero ya es hora de decirlo: Madrid es Madrid. Barcelona se parece a mi ánimo alocado por saciar, libre, informal y con ganas de más y más. Me recuerda a mi yo de 23 años o algo así. Madrid en cambio, es más cuerda, más sofisticada, más medida pero también con espacio a la perdida de control y al maravillamiento, como la yo de hoy. Pienso que BCN es perfecta para los que están iniciando sus veintitantos y la capital de España es ideal para mi o para los que los estamos terminándolos. La gente que vive en mi ciudad adoptiva es más amable, se viste mejor y definitivamente se ve más bonita y con más clase. Aquí hay menos turistas haciendo desastres y volviendo las calles y los lugares turísticos imposibles. Al caminar por Las Ramblas todos me hablaban ingles, o sea, a mi, con este aspecto de todo menos de gringa o europea que tengo y me perdía y no sabía en qué lugar del planeta estaba, en cambio aquí en Madrid más bien pocos dominan una lengua diferente al castellano, así que uno se siente muy en España. Mi Madricita del alma es menos caótica, menos desordenada, es como si ya hubiera quemado la etapa de buscar la locura, la fiesta y el desmadre para rectificar su existencia. BCN, es como si estuviera ahí rompiendose la vida para sentirse viva, como la yo que entre más locuras hiciera en una noche, más viva se sentía. Delicioso me parece, pero yo ya eso lo viví y es como si Madrid también. Por eso para esta etapa de la vida en la que estoy, donde eso ya pasó, Madrid es perfecta. Se parece a mi, a lo que busco, a lo que sueño, a lo que quiero alcanzar. Barcelona es guapísima, pero de paso, un par de días, como un amor de fin de semana. De esos alucinantes, vivos, extremos pero que uno quiere solo y exclusivamente para eso, para el fin de semana, para nada más. Me gustó mucho BCN, mucho, pero Madrid es mi pechichona, esa que me invita a ser mejor y quedarme eternamente en ella. Es como esos amores que exigen perderse, vivirlos, disfrutarlos y defenderlos con las uñas al punto de sentenciar  -de verdad o no-, subjetivamente que Madrid es lejos, mejor que Barcelona.

jueves, 26 de julio de 2012

DÍA 173: llegaron los primos

He tenido toda clase de visitas y a pesar que cada visita es una responsabilidad y odio las responsabilidades, amo las visitas. Me hacen feliz. Me transportan a algún momento de mi vida y se adueñan completamente de mi presente. Me abrazan y con eso me sacan de la rutina que no tengo mientras les muestro lo maravillosa que es mi ciudad adoptiva. Mis primos vinieron y con ellos llegó más alegría a mi vida al punto que pude oír las carcajadas de mi corazón. Como los veo cada año pero los quiero cada día aproveché para abrazarlos por los días que no los he visto y por los que no los voy a ver. Cada instante quise demostrarles que sentía felicidad pura y dura de tenerlos y quería eternizar los días para no separármeles y no dejar de tenerlos frente a mi. Y reímos y nos acordamos de las historias en la casa de la abuela. Y comimos y caminamos y nos burlamos amorosamente los unos de los otros. Comimos helado y el guapetón nos cocinó. Y rectificamos que somos familia muy familia. De esos primos hermanos cercanisisisimos que se parecen en la forma de ver la vida y de vivirla. Que se ríen de los mismos chistes y son amigos y cómplices y que por ser primos tienen un status VIP entre los amigos y los cómplices. Y es que habernos subido al palo de ciruela de la misma abuela y abrir los regalos de navidad juntos cada año, hicieron que todo el universo nos parezca maravilloso y feliz. Habernos bañado en la misma piscina de agua salada todos los fines de semana nos dio la certeza que estemos donde estemos nos estamos queriendo y deseándonos lo mejor siempre. Así que fui feliz con los primos hermanos, rectifiqué que son increíbles y se fueron dejándome la certeza que al final de cuentas, pase lo que pase, nos tendremos por siempre los unos a los otros porque al fin y al cabo somos familia, de esa que se siente orgullosa de ser familia del otro. Me encantan las visitas, pero la de los primos me encantó más, ojala toda las responsabilidades de mi vida se resumieran a pechichar a los que quiero.

lunes, 23 de julio de 2012

DÍA 172: No Iphone no live

Yo soy de las que quiere las cosas con todo el corazón. Y me encapricho. Y las quiero, las quiero, y las quiero. Entonces voy como un tigre y las consigo. Luego las tengo y las hago mías y no vuelvo a ser la misma. Pero lo que duele perder las cosas que uno quiere con todo el alma y consigue con las garras no tiene nombre. Esa es mi historia de amor con mi IPhone. Y ya sé que antes de tenerlo vivía y la vida parecía normal. Pero luego de tener IPhone pasar a no tener uno, es como si el mundo se hubiera estancado y hubiera dejado de girar a mi favor y por eso mi existencia tuviera tintes anormales. Y es lamentable. Siento que estoy de duelo aun. Vestirme de negro, llorar, no ir a fiestas y no parecer muy alegre. Si bien lo perdí como los grandes, en la fiesta más absurda que me he metido en los últimos años y así se supone el dolor es justificable, estoy deshecha. Lo extraño. Quisiera decirle tantas cosas, como que su partida me ha cagado la vida. Que me perdone porque debí medirme en esa fiesta. Que la vida sin él no tiene sentido. ¿Y nuestro para siempre juntos? Que me duele no haberlo cuidado más. O que si me diera otra oportunidad le demostraría más amor. Que pasaría más tiempo junto a él. Que no miraría otros celulares. Le juraría que no lo iba a cambiar por el 5. Le diría todos los días cuanto lo amaba. Se lo prestaría a mis amigas para que lo tocaran. Llamaría más. Jugaría más con él. Tantas cosas. Aunque la verdad sea dicha, creo que todas las anteriores era imposible, porque mi amor era tan grande que efectivamente lo cuidaba más que a mi billetera. Lo lleva pegado en la mano peor que mis anillos. No miraba otros celulares porque él para mi, es el más de los más y tenía largas discusiones con algún propietario del Samsung Galaxy. No lo iba a cambiar por el 5 porque era nuevecito. Todos los días le demostraba cuanto lo amaba y hasta se lo decía y le hablaba como si fuera un bebe. La cosa es que empiezo a recuperarme y cada IPhone que veo me acuerda a él y recuerdo los momentos que pasamos juntos. Las fotos que tomaba constantemente para este blog. Las llamadas que recibí. Los mensajes que puse. Los tweets que me inspiró. Lo coqueta que me veía junto a él. Es que realmente hacíamos una linda pareja. Lo extraño. ¿Por qué se fue?

jueves, 19 de julio de 2012

DÍA 171: Cerrado por demencia

No es que me hayan dejado de pasar cosas chéveres, faltaba más. A mi me pasan cosas lindas todos los días o si no yo me las invento. La cosa es que de repente me encontré a mi misma petrificada y no quería ver lo bonito de mi día a día. Así aunque veía lo lindo me hacía la loca y decidí continuar en mi silencio. Me entró pánico y necesitaba sentirme sensible para reconocer mi vulnerabilidad. Y es que todo lo que quería que se viera lejos se me empezó ver encima y lo que quisiera cerca se empezaba a ver lejos. Absolutamente paniqueada quedé. Vi a dos pasos la necesidad de tener que irme de aquí y yo de verdad no quisiera irme de acá. Pero también vi que era hora de seguir construyendo mi carrera profesional y hacer experiencia y ganar como quiero ganar. Me vi perdida sin saber cuál camino tomar, ni a dónde ir, ni cómo empezar eso y mucho menos cómo terminar esto, mi ahora. Y vi mi futuro profesional lejos, lejos, lejos. Y mi despedida de España en las narices. Y el corazón me hizo crack y por eso quise llorar y lloré. Lloré porque mi vida aquí es demasiado sabrosa. Porque amo Madrid. Me siento invencible con mis amigas. Vivo loca con la seguridad de la ciudad. Soy feliz con el metro. Muero con la gente y la comida. Soy feliz aquí en mi burbujita. Pero también lloraba porque tengo que salir de ella, de mi burbuja linda que con tanto esfuerzo he construido. Tengo que irme y volver a donde pertenezco. Y no sé a hacer qué demonios allá. Ni en dónde. Ni si encontraré lo que quiero. Ni cómo lo quiero. Ni cuánto. Es más, no había siquiera pensado en nada de eso porque no había pensado que llegaría el día de volver. Y sentí miedo, por irme y por volver. Por no ser la misma y no encajar. O porque sea el mismo lugar y yo no encaje en él. Que los sitios que ya he pisado me sepan a monotonía. Que la gente que ya he querido siga siendo demasiado igual a como las quise. Que yo haya cambiado mucho o que no haya cambiado nada. Así fue como me encerré. No abrí los ojos y tuve miedo. Y callé. Y no vi las cosas lindas de mi vida. Pero aquí estoy, aceptando mis flaquezas y volviendo a sonreír porque al final del camino, por más ansiosa que esté o más pataleta que haga, sé, tengo la certeza que vaya donde vaya, este donde la vida me ponga, será lo mejor para mi.

viernes, 13 de julio de 2012

DÍA 170: romantiquito no que me enamoro

Cuanta falta le hacia a mi vida un toque de romanticismo:

'Hola,

No sé si me recuerdas, soy el chico lindo que conociste en Pamplona, aquel que no se cansó de besarte toda la noche. En medio de tanta locura y descontrol, tuvimos un momento solo nuestro. Me gustaría verte, invitarte un café o algo así.

Te dejo mi número ######  a ver si te animas.


Besos,

M.'

Y no habían pasado 0,5 segundos cuando yo lo estaba llamando. 

miércoles, 11 de julio de 2012

DÍA 169: Hasta pronto a la amiguita


Ella es María Mónica y es la persona que me aguantó por nueve meses y medio. ¿Quién carajos me aguanta a mi por tanto tiempo? deberíamos canonizarla, o algo así. Sería una buena idea. En serio. Porque ella me oía mis pataletas de niña de siete años y medio cuando los únicos tres tipos que me han interesado en este tiempo no aparecían. Y respondía mis preguntas: "Por qué no ha llamado?", "¿Me va a llamar?". Luego pasados unos trece minutos yo volvía intensa, "Por qué no ha llamado?", "¿Me va a llamar?", "¿Será que no le gusté?", "¿Por qué no aparece?", "¿Va a aparecer, CIERTO?, y así cada trece minutos hasta que aparecían, o no, pero ella siempre respondía. Que intensa soy. Y con todo y eso, ella me aguantaba y guardaba la esperanza en su corazón de que alguno de esos, u otro, o el que fuera, se quedara. Que alguien no se largara como todos y yo lo llevara a la casa y nos ayudara a cambiar el bombillo que se quemó, colaborara cargando las bolsas del mercado, viera futbol con ella y juntos gritaran 'gooool' o se pelearan porque él era del Barca mientras yo me hacía las uñas. Ella quería incluso más que yo que yo consiguiera un novio sobre todo, -supongo- para alegrarme con sexo los días que llegaba con mi cara larga y quitármele de encima a veces. La cosa es que nunca le llevé al que nos iba a salvar de los bombillos quemados y con todo y eso ella me quiso igual. Y me quería ya como a una hermana. Y nos peliábamos como hermanas, de esas que uno discute y luego a uno se le olvidó porqué era que estaba peleando y se lleva regalitos. Yo no tengo hermanas pero así debe funcionar. ¿no? Pero hay más. Cada que iba de fiesta y yo estaba lista antes de ponerme los tacones me le acercaba y le decía "me veo gorda?", "¿crees que soy obesa? y ella respondía paciente. Luego me ponía los tacones y volvía y le preguntaba que si estaba segura de que no me veía gorda, obesa, ballenuda y todo los sinónimos alrededor de la gordura. Pero ella siempre respondió que no, una y otra vez y se reía y decía que qué había hecho para merecer eso y eso mismo me pregunto yo. Pero no sé que hizo para merecerlo pero ahora ya sé que merece por soportarlo, hay que hablar con Roma. Y es que las cosas que tuvo que soportar no terminan ahí. Aguantó mi caos y si le importó pues se lo tragó y no me lo dijo. No se quejó del desorden que puedo llegar a ser de dejar zapatos en la sala, hacer todo a último minuto y no tener nada bajo control. Tomó las riendas del apartamento, obvio porque yo no he podido tomar las riendas de mi vida. Además era cómplice de mis corridas al cuarto cuando llegaba la dueña del apartamento a que le pagáramos y yo huía para no dar la cara porque me daba pereza pura oírle sus historias. Hay que canonizarla a lo bien. Es un ángel o algo así. No me entendía, decía que yo estaba loca. Pero con todo y eso me quería y me supo aguantar y entonces yo estoy muy agradecida y me duele que se haya ido pero sé que eso la hace más feliz que quedarse aquí teniendo que aguantarme. Que lastima que se fue. Ahora no sé quién va a responder mis preguntas. Ni quién va a decir que le gusta cómo cocino, -porque es la ÚNICA persona en el planeta tierra que se reafirma en ello, aunque es a la única persona que le cocinaba-. No sé quién me va a decir "Clau" y que yo además de aceptarlo me suene tierno y bonito. No sé con quién voy a analizar por horas el caso Colmenares. No sé a quién me le voy a robar la leche de chocolate o el cereal (¡¡ES SANTA!!!). No sé nada, pero sí tengo claro que aprendió un par de cosas importantisimas de mi. Por ejemplo hace poco la oí cómo le gritaba a una desconocida "CALLATE ZORRA" y yo me sentí muy orgullosa. Aprendió a hacer arroz, valoro más Madrid y vio la posibilidad de pintarse las uñas de colores. Pero bueno, la cosa es que como ella se fue a casa y va a estar muy feliz y emocionada y haciendo cositas ricas con su novio y abrazando a sus hermanas verdaderas, y rencontrándose con sus papas y sus amigos de siempre, no me va a extrañar tanto como yo a ella. Porque yo sigo aquí sin el novio que ella quería que consiguiera y no conseguí y además, como si no fuera suficiente, ahora estoy también sin ella.

¿Dónde nomino a alguien para canonización?

lunes, 9 de julio de 2012

DÍA 168: Pamplona la ciudad de los besos

Cuando íbamos en el bus rumbo a San Fermines, se dijo que, o Pamplona acababa con nosotros o que nosotros acabaríamos con Pamplona. Y ese fue el lema y eso fue lo que pasó. ¿Qué pasó? que nosotros acabamos con Pamplona y que Pamplona acabó con nosotros. La verdad es que estuvo loquísimo. Desquiciante. Brutalmente fuera de casillas. No tengo idea cuándo carajos estuve tan demente. Sospecho que hace unos cuatro o cinco años en una feria de Manizales, pero ni eso. San Fermines es San Fermines o no sé si fui yo, o nosotros, o todo. Había demasiado loco junto. Las calles estaban locas. La gente estaba fuera de control. La ciudad estaba trastornada mentalmente. Cada uno de los presentes en esas festividades, -que eran mares y mares y ríos y lagos y océanos de gente de blanco y rojo- querían lo mismo: hacer desastres. E hicimos desastres. Bailamos. Cantamos. Se nos dio por hablar algún idioma extraño a los pocos feos que nos encontramos para que no se acercaran. Hubo besos, muchos besos. Hubo ropa morada por el vino que salió de casa blanca. Hubo guapos por montones. Hubo fiesta seguida por más de 24 horas sin parar. Hubo un amor. Hubo amigas más locas que yo, bueno no, casi. Hubo pitos. Hubo juegos artificiales que se supone son lo máximo pero que ignoré. Hubo encierro aunque ya muerta de tanta fiesta a las 8am, casi que ni disfruté. Y como cuando uno va a alguna parte hay que dejarlo todo, lo dejé literalmente, todo. Dejé en algún lugar una botella de ginebra sin abrir. Dejé unos 20 sanduches que duré una hora haciendo. Dejé mi voz cuando se atravesaba un guapo y lo poníamos a bailar "una mano en la cabeza, una mano en la cintura, un movimiento sexy...". Dejé una bota que fue mi premio por un besito. Dejé mis rodillas en el piso cuando quise que unos desconocidos me tiraran por los aires y a la 4ta vez no me recibieron. Le dejé mi corazón a un argentino -sí,-otro, no sé que pasa-. Dejé mi IPhone y eso sí dolió y dolió en serio y dejé ahí mis lagrimas. En fin, lo dejé todo e hicimos que Pamplona temblara y tembló y la acabamos. Volví destruida, con dolores, con satisfacción y con felicidad, Pamplona acabó conmigo. A mi que no me lleven a ningún fiestón de esos por lo menos en un buen tiempo, ocho días, por ejemplo.

viernes, 6 de julio de 2012

DÍA 167: el diploma para la pared de Mamá



Cuando mi mamá me preguntó que si estaba emocionada por mi grado, lo pensé por tres segundos y sentí que no, que no había nada pomposo en mis emociones y que el día se estaba pareciendo a un día cualquiera. Sin embargo, acelerada como ella es, no me dio tiempo de pensar más allá, ni de meditarlo, ni escrudiñar en la profundidad de mis sensibilidades y se auto respondió diciendo "yo, sí". Vale, había alguien emocionado por la obtención de mi diploma y cómo no, la Mamá tendría un nuevo cuadro en casa. Sin embargo entre más se acercaba la hora de ir a recibir el cartón que pone DOÑA CLAUDIA (NO PIENSO REVERLAR AQUÍ LO QUE SIGUE) CARRILLO SANTOS ha realizado el MÁSTER UNIVERSITARIO EN EDICIÓN, PRODUCCIÓN Y NUEVAS TECNOLOGÍAS PERIODÍSTICAS, mis sentimientos empezaban con sus sentimentalismos. 

Fue cuando me senté a esperar a que empezara la ceremonia que asumí realmente lo que estaba sucediendo. Me estaban haciendo entrega oficial no de un titulo, no de la certeza de ser más competitiva en el mercado, no de la certificación de que ahora soy periodista, no, nada de esas cosas, recibiría el símbolo de una serie de decisiones, experiencias y emociones de una etapa definitiva en mi vida. 

Y todo eso empezó a pasar por mi mente. Las imágenes de lo vivido se amontonaban en mi conciencia con afán de protagonismo. Y comencé a conmoverme y me dije "mierda". Poco a poco me acordaba del momento uno, ese que abrió lo que para aquel entonces era una posibilidad. Un poco antes de recibir mi titulo oficial de politóloga ese que antes de recibirlo ya no lo quería y cuando lo recibí y lo rectifiqué; me jodí. 

Ya para ese entonces la creación de PrincesaSamaria.com seguía gestado en mi un movimiento revolucionario propio que me exigía cambios drásticos. Cambiar de profesión, cambiar de país, de círculo social, de lo que se pudiera. Girar y volver a empezar.  Fue así como cada día el crecimiento y la bonita acogida de Princesa Samaria y el lugar en el mundo que éste me daba, la tranquilidad que me generaba, la entrega y el entusiasmo con el que lo hacía, me rectificaba que había que hacer algo.

Pero no era tan fácil, era renunciar a años de estudios, a proyecciones de mi misma, a convicciones de toda la vida, a un perfil profesional que suponía definido. Sin embargo estaba descubriendo algo que me llenaba de vida y en vista de que quería más de eso porque me hacía feliz, había que ir 'a por ello'. 

Fue en ese camino cuando me desorienté. Me perdí. No tuve idea por dónde comenzar ni por donde terminar. Ni cómo, ni cuándo, y peor, con qué. Sabía que tenía que irme de Colombia por una necesidad interna inexplicable que me reclamaba constantemente otro mundo. Sabía que quería escribir. Sabía que no sería fácil, sabía pocas cosas. Y la verdad fue que me tocó esperar. Y a las malas esperé. Y me tocó organizarme y a las malas me organicé. Y no entendía por qué me tocaba esperar y por qué me tocaba organizarme y por qué no era ya cuando yo quería. Y me dolió la vida, y me cuestioné el sentido de está, la razón de mi existencia y mi misión en ella. Y tuve miedo. De la vida, de mi futuro y sobre todo de mi misma. Y pataleé. Y me encerré y la pase mal. 

 Y luego todo por si solo empezó ponerse en orden, a cobrar sentido y a hacerme encajar en el mundo. ¡Y encajaba! Ya sabía el lugar y el por qué, ya tenía mi apoyo y mi certeza y la vida empezaba a darme los con qués. ¡Y me los dio! Pero había que seguir esperando pero empecé a disfrutar de la espera. 

El mientras tanto se hizo chévere y aprendí cosas, asumí responsabilidades y parrandeé como lo sé hacer. Estuve lista para irme y veía cómo mi papá me miraba con ojos de admiración. Él llevaba meses o años oyendo de este plan pero tenía sus reservas que aun siguen en ese estado. Pero entre más real se hacía el plan, más real él me veía. Y me miraba con ojos de admiración y alardeaba ante mi hermano y le decía que aprendiera 'pendejo', que yo estaba logrando todo S-O-L-I-T-A. Y cuando decía solita hablaba de su apoyo económico, pero no estaba sola, tenía su mirada y su sonrisa y sus alardes de mí que era todo el apoyo que necesitaba de él. Y el apoyo de La Mama, la incondicional. Me llenaba de alegría verla abrazarme con un no quiero que te vayas pero vete, pero no te quedes pero quédate. Me rondaba en silencio impaciente aterrada de cómo lo había logrado. -Sigo sin saberlo, Mama-. Pero podía sentir a una madre satisfecha de su deber cumplido, y ese, ese era todo el apoyo que yo necesitaba de ella. Sentir que le cumplía como hija a la berraca que me llevó nueve meses en su barriga y me aguantó la adolescencia de mierda.  

Y me vine oronda. Sin dudarlo, sin lagrimas, sin miedo y sin nostalgia. Sin que me temblara el alma o el corazón. Me vine sin poder creerlo. Así que ese diploma va más allá de las clases. De estar todos los días y todo el día en el master. De la compañera que adoré y a los que quise y a los que me dieron igual y a los que me produjeron ganas de vomitar. El cartón va más allá de la frustración de las malas notas y de sentir que no sabía escribir. De aprender de historia y política Española. De estar estudiar dentro de uno de los mejores periódicos de este país, y de llegar a casa cansada de estudiar para seguir estudiando. El diploma sobre pasa las malas clases y las buenas, poner tildes y tratar de no escribir tan a la colombiana. Escribir para periódico, para web, hacer radio y televisión. Este cartón va más allá de todo esto.

Lo que me entregaron es el símbolo de los viajes que he hecho. De la fortaleza que tuve para seguir mis sueños. De la valentía que es haberlo hecho por mis propios medios, todo, absolutamente TODO. De las amigas que se han vuelto mi eje central aquí. De mis rumbas. De los besos que he dado y de los que no. Del argentino con el que salí y con el que volví a creer en el amor aunque no haya surgido. 

Es la rectificación de que si uno sabe lo que quiere puede conseguirlo, con esfuerzo pero lo consigue. Es el giro de mi vida. Es la independencia que me ha dado. Son las cocinadas, limpiadas de casa, organizada de cuarto y manicuras, que me ha tocado hacerme. Son las letras que escribo y gustan y las que escribo en el master y no gustan. Es estar en la revista en la que yo quería hacer las practicas. Es el suspiro ante la Torre Eiffel, son las visitas, son las lágrimas, es mi sobrino creciendo lejos. Es no tener respuesta al ¿ahora qué?. 

Son las celebraciones por fútbol, Grecia, Málaga, El Bernabeú. Es el verbo flipar y ser más exigente y mucho más exclusiva y jodida en mis relaciones, tanto amorosas, como de amistad. Es haber logrado lo que quería. Es tener una vida feliz. Es la conciencia de que esto es mío, de mi propiedad que yo lo sudé y lo gané y por eso cada instante lo agradezco y lo atesoro y los saboreo y lo vuelvo a agradecer con sinceridad en el alma. Es la rectificación de que hacer planes es una mierda pero saber lo que se quiere y no rendirse con los obstáculos es la clave de un presente feliz. 

Así que se me escurrió una lágrima cuando recibí el famoso diploma y sonreí de satisfacción. Pensé que iba en el camino que era, me sentí orgullosa de mi, de mis decisiones y de mis tropiezos. Quise parrandear y celebrarlo y parrandie y lo celebré. Entendí que era un momento memorable en mi vida y que sí, si estaba emocionada y que sí, el diploma sí merecía estar en la pared de mamá.


martes, 3 de julio de 2012

166: Que viva España

Llegué de mi viaje, medio me arreglé y pa´ la calle. Eso realmente es afán de vivir. Vivir bello, vivir sabroso. Y fue así como España ganó la Eurocopa y la noche se alargó un tanto. La idea de la selección española de ganar únicamente para que yo viera lo que es una celebración de esas, me pareció conmovedora. Así que como me hicieron semejante honor supe verlo y vivirlo y sentirlo y disfrutarlo. Mares de gente en Cibeles. Banderas en banderas, en camisas, en las caras, en pitos y en los corazones. Tipos guapos. Felicidad sincera en todas las sonrisas. Chinos vendiendo cerveza y haciéndose millonarios. Ambiente alegre. Fotos. Canticos de 'loroloroloro qué viiiiiiiiiiiiiiiva España'. Yo cantando Soy Español más fuerte y con más sentimiento que cualquier nativo de este país. Baile. Un grupo increíble de gente. Ocho mujeres en circulo moviendo las caderas con más sabor que todo Cibeles junto. Un pequeño coqueteo, obvio. Y después, el bar favorito, explosión de champagne, más baile, más amigos, más noche, más de las 4am. ¡Qué viva España! Pero que la próxima vez que gane que caiga viernes o sábado para poder celebrar hasta las 12 del día y no solo hasta las 4am. Que gracias.

lunes, 2 de julio de 2012

DÍA 165: Un fin de semana PERFECTO






'Claudia, ¿me harías un viajecito?' me dijo la jefe de la sección de viajes. Sin preguntar que a dónde, ni que cuándo, ni que por qué, respondí que obvio, obvio. Resultó ser Portavenura, todo pago y además podía llevar un acompañante. Jodida vida sabrosa la mía. Con una de mis chicas VIP de España, que no es española, nos fuimos a sacar las niñas que llevamos dentro. Y las sacamos aunque no es algo dificil. En Portaventura nuestras niñas interiores fueron absolutamente niñas y felices. Es un parque de diversiones, así que el plan más genial no pudo haber sido. Y es que la decoración, los cartoons, Plaza Sésamo, El Pájaro Loco, Betty Boop, los gritos, las caras felices de la gente, los niños comiendo helados, fotos haciendo payasadas, gritos, Shambhala, la montaña rusa más grande - y deliciosa para mí, que me subí unas 6 veces-de Eurpoa, hacer filas con adrenalina, ver las fotos con caras terroríficas durante el viaje en cualquier atracción, vacíos en el estomago, risas hasta llorar, y todo, o sea todo fue una mezcla en la cual la experiencia fue un viaje a un mundo mágico e irreal. Un planeta feliz e ideal. Un lugar en el que por el momento no hay problemas, ni mañana, ni ayeres, solo la compañía más perfecta, el lugar de los sueños, la experiencia más divertida, un fin de semana surreal y lo de siempre; mi sabrosa y jodida vida.

viernes, 29 de junio de 2012

DÍA 164: No más dates :(

La verdad es que llegué como a la cita número 15 o algo así. En algún momento perdí la cuenta aunque era divertido llevarla, quién carajos tiene claro el número de dates que lleva con un tipo: las locas. Pero yo tengo derecho de estar loca, por guapa y soltera. La cosa es que para mi, fueron demasiadas, demasiadisisisisismas salidas. Y a pesar de que no trascendió, ni llegué a pasarme a vivir con él, ni a casarme, ni esas cosas que uno empieza a maquinar sin control, me doy por bien servida. La pasé bien. Fue buena onda él. Cada que lo veía lo único que hacía era reír. Fue una especie de galán. De esos caballeros modernos, jodidos por otra relación y libres que no quieren otra. O de pronto sí quiere, pero no conmigo, o no como yo quiero. Y de pronto algún día iba a querer, sí, sí, estoy segura, pero no estoy para sentarme a esperar y sufrir todo ese desgaste emocional que me estaba matando. Esperar llamadas. Querer verlo y no poder. No poder ser tierna y amorosa por no saber si tengo la autorización. No salir juntos. No hacerle seguimiento a mi día a día. Ay no. No había más a dónde ir. Así que cogí mis motetes y caminé al olvido. Sí, estuvo divertido tener una ilusión. Pero la verdad, lo más divertido fue darme la oportunidad a mi misma de tener algún acercamiento al amor. Mínimo, pero acercamiento. Sin embargo, mejor me muevo y sigo con la tranquilidad de mi soledad hasta que llegue alguien con quien pueda ser amorosa, muy amorosa y empalagosa. Que lo llame 100 veces al día y el a mí 200 a preguntarme qué ha pasado. Que nos veamos todos los días. Durmamos todos las noches juntos. Hagamos el amor al despertarnos, en la mitad de la noche, y en todos los lugares.  Algo así o no así, pero chévere y romántico. Muy chévere y muy romántico porfi. Algo que implique un acercamiento cercano y profundo al amor. ¿Se podrá?

miércoles, 27 de junio de 2012

DÍA 163: la princess ¡Ja!

 
Entrar a un lugar en donde las marcas y los diseñadores envían sus vestidos para que sean lucidos en el evento más importante de una revista y poder elegir el que uno quiera entre muchos, de diferentes colores, marcas, diseñadores y estilos, además de poder escoger los zapatos perfectos y hasta la cartera, podría ser la ilusión de cualquier mujer. Y nada, a mi me tocó porque por alguna razón divina a mi me pasan cosas chéveres. Además, como si no fuera suficiente haber encontrado el vestido de princess más perfecto que haya podido imaginar, me maquillaron y me peinaron. ¡Qué fuerte! el sueño de toda mujer. Así que muy princesa me fui a los Premios Internacionales YO DONA. Y nada, hubo de todo. Los más famosos de España que yo no reconocía. Comida deliciosa. Empresarios importantes que claramente tampoco identificaba. Música. Tragos. Vestidos increíbles. Y lo mejor: la bonita oportunidad de sentirme la princess más linda de España y acercarme extracurricularmente a los de la revista. ¿Y así uno como no pone un alto en el camino y dice, "wow, qué increíble es la vida conmigo" y suspiro y me siento afortunada, mimada y feliz, más que siempre, como siempre.

lunes, 25 de junio de 2012

DÏA 162: El dueño de mi alma.


Cuando lo veo a él me veo a mí, la real, la verdadera. Sale la yo pura y dura. Sale para él, por él y para que él la analice y le dé los toques que necesito para ajustar lo que está desajustado dentro. Débil e insegura. Arrolladora y divertida. Temerosa y exigente. Y le peleo. Y le exijo. Y me pongo repelente y grosera. Y lo abrazo y no lo quiero soltar y quiero escrudiñar su alma. Y nos agarramos como se pelean los hermanos. Y me frustra. Y quiero que sea el mejor ser humano, el perfecto. Porque para mí lo es y no quiero que tenga ni media imperfección. Y me hace feliz. Y me enternece. Y sale mi niña interior. Y sale mi yo hecha mujer. Y sale mi delirío de mamá perfeccionista. Y mi inocencia de hermana menor. Y me saca de quicio. Y le pregunto que si todo va a estar bien. Y quiero que me guie. Y quiero que me haga mejor. Y quiero me de pistas de qué demonios hacer con mi vida. Y quiero que se quede para siempre, y sé que estará para siempre, como siempre. Ese es mi hermano, el gran amor de mi vida.