lunes, 30 de julio de 2012

DÍAS 174-176: Madrid vs Barcelona



Cuando alguien menciona Barcelona es casi que una regla que la comparen con Madrid. 'Que me gusta más', 'que es más divertida', 'que es que tiene playa' pero uno nunca ve que se mencione San Sebastián o Málaga y digan algo como 'tiene esto que no tiene Madrid'. Es algo así como hermanas y rivales. Y los de allá la defienden con el alma y los de acá igual. Y yo no quisiera caer en comparaciones porque vivo en Madrid, lo que haría que mi pronunciamiento se viera bastante parcializado, pero caeré en comparaciones y disfrutaré, sin vergüenza alguna, de estar parcializada. ¡Que linda Barcelona! Pasé tres días increíbles. Comí delicioso como creo que hace mucho no comía en mi Madricita (no sé si es que ya me acostumbré a la comida de aquí y ya no me sorprende). Sentí la magia que transmite la Fuente de Montjuïc y disfruté verla más llena que un concierto de rock con gente feliz bailando y dejándose mojar. Y pensé que en la ciudad donde vivo no hay un lugar con tanta magia, así que sonreí y me emocione mientras la veía. Me sorprendió gratamente la Sagrada Familia porque ni en lo más remoto de mis pensamientos hubiera pensado que sería tan original y surreal y por eso entró al listado de las iglesias favoritísimas que conozco. Y luego el Parque Güell y el resto de locuras de Gaudí, me hicieron pensar que si él estuviera vivo lo hubiera stalkeado tanto que se hubiera enamorado de mi porque yo estaría perdida por su locura. Que tenga mar y cientos de yates como el que yo quiero tener cuando sea grande es otra virtud de la capital catalana, pero ya es hora de decirlo: Madrid es Madrid. Barcelona se parece a mi ánimo alocado por saciar, libre, informal y con ganas de más y más. Me recuerda a mi yo de 23 años o algo así. Madrid en cambio, es más cuerda, más sofisticada, más medida pero también con espacio a la perdida de control y al maravillamiento, como la yo de hoy. Pienso que BCN es perfecta para los que están iniciando sus veintitantos y la capital de España es ideal para mi o para los que los estamos terminándolos. La gente que vive en mi ciudad adoptiva es más amable, se viste mejor y definitivamente se ve más bonita y con más clase. Aquí hay menos turistas haciendo desastres y volviendo las calles y los lugares turísticos imposibles. Al caminar por Las Ramblas todos me hablaban ingles, o sea, a mi, con este aspecto de todo menos de gringa o europea que tengo y me perdía y no sabía en qué lugar del planeta estaba, en cambio aquí en Madrid más bien pocos dominan una lengua diferente al castellano, así que uno se siente muy en España. Mi Madricita del alma es menos caótica, menos desordenada, es como si ya hubiera quemado la etapa de buscar la locura, la fiesta y el desmadre para rectificar su existencia. BCN, es como si estuviera ahí rompiendose la vida para sentirse viva, como la yo que entre más locuras hiciera en una noche, más viva se sentía. Delicioso me parece, pero yo ya eso lo viví y es como si Madrid también. Por eso para esta etapa de la vida en la que estoy, donde eso ya pasó, Madrid es perfecta. Se parece a mi, a lo que busco, a lo que sueño, a lo que quiero alcanzar. Barcelona es guapísima, pero de paso, un par de días, como un amor de fin de semana. De esos alucinantes, vivos, extremos pero que uno quiere solo y exclusivamente para eso, para el fin de semana, para nada más. Me gustó mucho BCN, mucho, pero Madrid es mi pechichona, esa que me invita a ser mejor y quedarme eternamente en ella. Es como esos amores que exigen perderse, vivirlos, disfrutarlos y defenderlos con las uñas al punto de sentenciar  -de verdad o no-, subjetivamente que Madrid es lejos, mejor que Barcelona.

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