miércoles, 29 de febrero de 2012

DÍA 112: Awwwww

Los chistes. Las bromas. Las risas. Los abrazos. Los detalles. Las ayudas. Los ánimos. La mayoría de todo lo lindo de todos mis días en el máster viene de ellos. La andaluza dulce y el canario dulce, a veces. Los disfruto y me disfrutan. Me aguantan y los aguanto. Nos ignoramos y nos damos atención. Y así. Con ellos en días como hoy, suspiro y logro sonreír y decir que rico que la paso.

DÍA 111:¿imposible amor?

¿Cenamos? decía el mensaje. Y yo quería ir pero obvio me puse excusas y los postergué. ¿cenamos? otra vez. Mejor mañana. Y así hasta que ya era hora de afrontarlo. Sin embargo me fui obvio, con el negativismo a flor de piel. No me va a gustar. Es que no habla casi. Es que no es español. Es que parece tímido. Y eso, eso es tener problemas serios en la cabeza. ¿Cómo demonios alguien puede estar tan prevenido? Y no, no es que este dañada. Porque realmente analizo mi alma y esta curada. Analizo mi corazón y esta sanado. Lo que no esta curado es mi cabeza. Es que realmente tampoco es que me hayan hecho tanto daño. Si, un poco, lo necesario para llevar con valentía estas heridas, pero no para estar así. Mi reflexión fue que más que prevenida estoy negada. Incrédula que puede llegar alguien que me guste y que ademas yo le guste y que ademas viva en mi misma ciudad y que ademas este soltero y que ademas los dos queramos algo y ademas tengamos algo y ademas nos entendamos y ademas... uff, sí, sí, ya de escribirlo me pareció imposible. Es que parece. ¿lo es?

lunes, 27 de febrero de 2012

DÍA 110: Soy mujer, o sea

Sin explicación alguna no he tenido ganas de nada. Ni de ir ni de venir. Ni de salir ni de quedarme en casa. Ni de prepararme comida ni de pedir. Ni de querer ni no querer. Se llama miedo. Pánico. Y lo sé porque lo único que quiero es chocolate. Chocolate en helado. En galletas. En leche. O en chocolate. Y es que por estos días he estado agobiada. Agobiada de tener tanto que hacer en la universidad y no tener tiempo. Agobiada de tener tantos sitios para ir y no tener tiempo. Agobiada por tener tantas rumbas que rumbear y no tener tiempo. Agobiada por tener tantos países cerca que visitar y no tener visa. Agobiada porque deben haber muchos hombres y yo sola. Agobiada porque alguna vez tuve muchas amigas y ya no tantas. Agobiada. Agobiadisima. Agobiada porque se acerca el tiempo de hacer mis practicas y yo solo las quiero hacer en una revista para mujeres. Agobiada porque no tengo trabajo y quiero un patrocinador para el blog. Agobiada. Abrumada. Loca, estúpida, mujer.

sábado, 25 de febrero de 2012

109: Corazón cobarde


Me puse tacones. Un vestido negro corriente y unas medias sugestivas. Había estado huyendole a la noche madrileña. No hay corazón que aguante salir, conocer alguien, enamorarse y desenamorarse en lo que se acaban los gin tonics. Debo aceptar que no había logrado recuperarme de mi última salida. De esa en la que dejé el corazón enterito. Pero fui valiente. Y me arreglé el pelo, me puse mi anillo coqueto y mi mejor sonrisa. Y valió la pena. Baile. Rei. Bebí. Disfrute. Y la noche me abrazó y se compadeció de mi corazón cobarde. Y por eso no me enamoré de nadie más que de Madrid.

DÍA 108: ¡¡¡¡¡Por fin!!!!

Despertarse con esa pesada sensación de no querer enfrentar obligaciones y quedarse eternamente entre sabanas. Sola, obvio. Pero por más sueño. Refunfuños. Pucheros. O malas caras, había obligaciones que atender. ¿A qué hora me volví responsable? sin embargo, fui feliz. Sí, ya sé, como siempre. Por fin, por fin y cien por fines, este día se acababan mis días de odio. De stress exesivo. De sensibilidad de la dolorosa. De los malos humores. De la incredibilidad en mi misma. Del cuerpo, cachetes y tetas gigantes. De granos. Necesitaba que llegara porque me estaba matando, estaba siendo un la mujer más intolerante e intolerable. Por fin llegó porque sino iba a acabar con los chocolates de Madrid. Por fin llegó. Ahora disfrutaré la tranquilidad de ser la agradable yo antes de volver a ser la peor persona del planeta dentro veintiocho días.

jueves, 23 de febrero de 2012

DÍA107:

El mail decía que la entrada al master sería a las 11:45am. Que felicidad. Una hora y cuarenta y cinco minutos más tarde que todos los días. Ya empezaba a pensar dónde podríamos irnos de copas. Pero el mail seguía. Que la salida sería como la de todos los días a las 5:30pm. No podía ser cierto, de eso tan bueno no dan tanto, no en mi master. Pero el mail no se daba por vencido. Que luego a las 9:30pm en el parqueadero, pasarían por nosotros para ir a las rotativas hasta eso de la una de la mañana. Obvio. Demasiado bueno para ser cierto, a este paso las copas habrá que posponerlas para cuando se acabe el master o algo así. En mi día de bajos niveles de tolerancia me pregunté ¿entonces si salimos a la una, llegamos a la casa a las dos y me termino acostando a las tres de la mañana, ¿a qué hora es la clase del día siguiente? Pues a la misma hora de siempre. ¡¡¡¿¿¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉ???!!! Según decían nos dejaban la mañana semilibre para resistir el día. ¿Pero por qué no nos daban la mañana del día del trasnocho?
Nunca lo supe y pero allá había que estar y allá estuvimos. Viendo cómo imprimen El Mundo, Marca y otros más. Papel literalmente en grandes cantidades. Robots increíbles. Técnicas alucinantes y en general una organización que si uno no ve, no se imagina lo que se necesita para que la gente pueda desayunar tomandose un café y leyendo un periodico. Periódicos en los que yo algún día ya saldré. Ya verán. Pero mientras tanto seguiré estudiando para poder salir. Seguiré madrugando y trasnochando. Llenandome las manos de tinta. Escribiendo hasta de lo que jamas pensé que escribiría. Leyendo más noticias que cosas románticas. Sí, seguiré como lo he venido haciendo: sin quejarme y disfrutando. De pronto algún día el master me de un respiro, yo salga un día de semana de copas o a descansar y si no, habrá valido la pena porque escribiré de puta madre. Cosas se ven.

martes, 21 de febrero de 2012

DÍA 106: ejerciendo mi derecho

Hay días en que uno no se aguanta nada, ni a nadie, inclusive ni a uno mismo. Hoy. Uno tiene derecho a tener sus días de ser humano insoportable y hoy ejercí ese derecho con soberbia. Pero en medio de todo sonreí y mi di cuenta lo insoportable que estaba siendo. Pedí disculpas, reí, se burlaron y medio se me pasó. Léase bien, MEDIO. Y tengo que estudiar. Cocinar. leer. Leer más. Escribir. Arreglar el cuarto. Pero no. No haré nada porque estoy en mi insoportable day. Y por eso suspiro. Por darme el derecho de ser insoportable una que otra vez. Y asumirlo con valentía y hasta sabrosura.

DÍA 105: Bom Bom gigante

Nos encontramos en el metro. Tenía una mirada pícara y una mano atrás ocultando algo. No entiendo cómo pudo ocultar el bom bom más grande que pueda existir. Yo sonreí. Y luego agradecida, reí a carcajadas. No lo quiero ni abrir porque me parece realmente lindo y divertido y tierno. No, no fue un chico. Fue una de esas amigas que se me cruzaron en España y que llegó exclusivamente a llenar vacios. Esos vacíos que uno tiene viviendo lejos de casa. De la gente. De todo. Así que ella llegó para no dejarme callar. A valorar mis historias. Reclamarme como una novia cuando desaparezco con otra. A compartir mis alegrías. Y lo más importante, llegó a quitarme la soledad de encima; así si me pierdo, ella se dará cuenta. Así que ella llegó con su bombom gigante para demostrarme que como el tamaño del chupetín, son sus ganas de quedarse.

domingo, 19 de febrero de 2012

DÍA 104: ¿a qué hora Madrid?

Es que si estoy de 9am a 6pm encerrada estudiando y llego a seguir en esas. Además, casi todos los fines de semana por ahí viajando ¿a qué hora Madrid? ¿a qué hora? Así que la sabia decisión era levantarse temprano e irse a caminotear. Así fue como el sol se puso en medio de este supuesto invierno para alcahuetearme mi disfrute de mi Madrid. Caminar. Leer en una plaza. Caminar más. Ver gente. Shows callejeros. Gente disfrazada de zombie, Superman y otras cosas sin alusión al carnaval por los carnavales. Sola horas. Acompañada otras más. Sentarse aquí por una caña. Allá por un gin tonic. En el otro por unas patatas bravas por favor. Un postrecito porque es fin de semana. Y así hasta que me dieron las doce. Justito lo que quería. Disfrutar Madrid.

Día 103: descanso para el alma

Solo quería descansar. Salir de clase y tirarme en la cama y no hacer más. Que vamonos a la Sierra a esquiar el sabado. Que vamos de fiesta. Que, no, que no y que no. Que solo quiero descansar. Descasar de viajar. De rumbear. Del maquillaje y los tacones. De estudiar. De tantos trabajos. De tanto ir y venir. De tanto vivir. Así que con rigurosidad y juicio así fue. Que viernes más sabroso. Mi cama estuvo feliz de que la usara. Gossip Girl me perdonó el abandono en que la tenía y nos pusimos al día. Yo sonreí y me puse también al día, con mi sueño y con mis ganas de descansar.

jueves, 16 de febrero de 2012

102: estas no son horas

Estas no son horas de llegar a la casa del master. Pero sí, acabo de llegar. Con la sabrosura de poder salir a la hora que quiera de donde quiera y poder montarme en el metro y caminar sin que me pase nada. ¡Já! Cansada obvio. Muy cansada. Pero feliz. Muy feliz. Días productivos, muchas letras leídas y muchas más escritas. Entre más leo y más escribo mejor me siento. Es un cansandio satisfactorio, ya lo he dicho, de tanto vivir. En los últimos meses solo he estado dos fines de semana en Madrid. Así que tengo alborotadas las ganas de algún día levantarme a la hora que quiera sin tener nada que hacer y ademas, quedarme en la cama sin moverme ni un centímetro. Sin embargo, ya habrá, algún día tiempo de descansar. Y si no, pues estoy aprendiendo a que es hasta mejor. *Suspiro*

miércoles, 15 de febrero de 2012

DÍA 101: San Valentin

Cuando llegué tenía esta pequeña sorpresa en mi casillero. La materialización de mi San Valentín. La chupeta hecha sentimientos. El corazón consumible. Y sonreí porque yo sí creo en San Valentín. Y lo celebro en mi corazón. Y me he imaginado mil veces el día que tenga alguien para compartir este día y hacer todas las cursilerías de las que soy capaz. Y me gusta. Y me da nostalgia otras veces. Pero estoy convencida que la excusa de demostrar quereres siempre es una buena excusa. Así sea de amistad, como lo celebré yo este año.

lunes, 13 de febrero de 2012

DÍA 100: el corazón de luto

Aquí estamos de luto. Y por eso, por eso también hay que suspirar. De tristeza, pero suspirar. Son momentos propios de la vida. En donde uno siente cosas diferentes a las habituales. Una tristeza con fundamento. Una situación para replantear todas las situaciones anteriores. Un alto para evaluar el afecto que se da, que siempre puede ser más. Un momento que duele como pocos en la vida. Aquí hay un corazón de luto. Aquí estamos de luto.

DÍA 97, 98, 99 en Almería


No había podido dormir tranquila. Abrí los ojos, revicé el celular y el "Me voy para Colombia" me dejó claro que la vida seguía empeñandose en arrancarle lo que no debía arrancarle. No ahora. No a Ella. Así que mientras yo me iba para Almería Ella se iba a su casa a rectificar que lo que estaba pasando era una de esas pesadillas de la vida real. Yo viajaba para seguir maravillando mis ojos y mi conciencia con lugares nuevos. Sentirme afortunada de poder estar un fin de semana en la nieve y el siguiente en la playa. De conocer como una princesa. De deslumbrarme con nuevas palabras, comidas, gente, música y paisajes. Sentirme afortunada porque sí, porque cada día puedo suspirar por algo verdaderamente irrelevante pero algo, que con un toque te magia propio logro convertir en algo realmente feliz, importante y valioso.
Pero esta vez tenía el alma en otra parte, el corazón con Ella, la fe en el cielo y la cabeza en ninguna lugar.

Sábado:
Estaba en el lugar más parecido en España a la ciudad donde nací en Colombia, Santa Marta. Hacía sol. Había playa. Distancias cortas y gente conocida por todos lados. Estaba con la persona más especial que me ha dado España. La persona que más se esmera en darme tranquilidad y alegría aquí. Estaba con mi andaluza. En su casa. Conociendo a su abuela, su casa, su novio, sus amigos, su colegio, sus raices. Y me llevó y me trajo sin descanso para que yo pudiera verlo todo, probarlo todo, vivirlo todo. Y todo lo vi, todo lo probé, todo lo viví, todo se hizo. Y yo estaba feliz o eso intentaba. Aunque no solté ni un solo segundo mi celular. Aunque no dejé de abrazarla en la distancia. No deje de querer estar allá así fuera solo para estar con Ella aunque Ella no estuviera conmigo. Con Ella, a la que la vida le había arrancado mitad de su vida.

Domingo:
Uno sabe que nadie es eterno en este mundo. Pero uno nunca lo sabe en sí. Uno nunca esta preparado para cualquier perdida. Y es que hay perdidas de perdidas. Está por ejemplo. Si bien no es mi perdida la siento cercana. Sé lo importante que es para Ella aunque realmente nunca logre imaginarlo del todo. La he vivido como propia. Me ha dolido. La he cuestionado. Y me ha llevado a replanterme tantisimas cosas en mi vida. Yo seguía disfrutando de Almería, de sus tapas, de sus cañas, de su flamenco, de la fiesta de domingo más prendida que cualquier sábado, de su playa y de su gente asabrosada. De su Cabo de Gata y de su Aguadulce. De sus palmeras y de sus migas. Yo lo estaba disfrutando todo, despacito y contenida sin poder ni querer y mucho menos poder, apartarla a Ella de mi cabeza, dolor, alma y confusión.

Suspiro, porque todos estos dolores son reales y con su tristeza da vida. La presión en el pecho. La intranquilidad. La cabeza sin parar. La impotencia. Las perdidas reales lo lleva a uno a replantearse tantas banalidades, tantos males inexistentes, tanta lejanía y tanta prepotencia. Suspiro porque gustele a quien le guste, los malos momentos son parte de esta vida.

DÍA 96: el jueves raro


Habíamos planeado por semanas que esta noche dormiría y cenaría en su casa. Y así fue. MY person española me consintió mientras esperábamos el viaje a su casa el día siguiente. Hablamos y estuvo conmigo. Vino, torta española y flamenco de fondo. Me oyo y me acompañó en mi confusión. Y es que, que día más raro. O mejor, que par de días más raros. Una noticia rara había dejado mi corazón confundido, sintiendose desubicado. Las vueltas de la vida me dieron una cachetada. Quedo perpleja y sintiendome insignificante para tanto mundo y sus caprichos. ¿Cómo es eso que la vida abre la puerta para arrancarte cosas que se supone no debe arrancar (no todavía)?

Y claro, suspiro por sentirme insignificante ante las vueltas de la vida. Por necesitar malos momentos para replantear mi relación con los que más quiero. Por querer tener respuestas para Ella y no tenerlas. Por querer ayudarla y no poder. Por sentir impotencia, confusión, sorpresa y miles de cosas que no siento con frecuencia. Mientras tengo alguien al lado que trata de hacerme todo más fácil.

miércoles, 8 de febrero de 2012

DÍA 95: El tapper

Nunca entendí la importancia de un tapper hasta ahora. Si él hablara contara cómo llego todas las noches después de un largo día de clase a prepararme la cena y el almuerzo del día siguiente. Contaría que lo hago con gusto pero con la torpeza típica de alguien que jamás había tenido que ser una ama de casa moderna. Contaría que lo paseo por el metro encartada y sintiendo que coarta la libertad de mis manos. Diría que luego lo meto en el casillero hasta que sale directo al microondas. Se burlaría porque no me sorprendo al abrirlo porque ya sé que hay y hasta a qué sabe. Se "descojonaría" de la risa chismoseando de las conversaciones sin sentido que tengo con mis amigas. Y diría que son las mismas dos de siempre. Luego alardearía de que él es quién me alimenta, casi. Seguiría narrando como lo devuelvo a casa, lavadito, otra vez encartada con él en el metro, hasta llegar a repetir la rutina. Pero diría, con algo de orgullo, que cada día lo hago mejor y que cada día se sorprende mientras disfruta de mi buen ánimo, de mis ganas y de mi felicidad. Ah y hasta anotaría rápido para no perder protagonismo, que lo contagio de tanta alegría, sí, a él, al tapper.

lunes, 6 de febrero de 2012

DÍA 94: Tecnologodependiente

Desde el viernes me quedé sin el plan de datos en el celular. Y como estaba de lo más de entretenida en mi viaje lo dejé pasar. Dije que el sábado. Luego que el domingo. Pero cuando el domingo no pude, traté de no perder la calma y seguir disfrutando de llegar a casa, escribir y descansar porque ya sería el lunes, temprano. Pero cuando el lunes temprano no pude, ni al medio día, ni al caer la tarde, vi cómo iba perdiendo mi sonrisa. Es más, lo debo confesar: vi cómo me iba poniendo de mal genio y ya estaba siendo grosera con el que fuera. De repente caí en cuenta. ¿Cuál era el afán? Porque realmente tenía afán. ¿Para qué necesitaba con urgencia el blackberry? Realmente no hablo con nadie. Con mi mamá a la que le mandé un mail diciendo que todo estaba bien. De resto solo hablo por hablar. De nada trascendental o vital que sea tan urgente como para que yo deje de un lado mi risa. Me sorprendí horrorosamente perdida en el mundo de la tecnología y sin una buena razón. ¿es justo?

domingo, 5 de febrero de 2012

DÍAS 91, 92 y 93: Ya habrá tiempo de parar


Mis fines de semana no se hicieron para descansar. Comenzando la semana recibí un mensaje. Hace rato no sabía de él y me contaba que el fin de semana se iba para la nieve a esquiar y que si quería ir. Y bueno, después de mucho consultarlo con la mayoría llegamos al sí. Muy pesar de mis expectativas temerosas naturales inseguras. Así que decidí ir. Cogí mi maleta, las botas de agua, abrigo, medias y todo lo que tuviera hasta quedar lista casi que para Polo Norte. Me trepé en el AVE rumbo a Lleida con un par de chocolates, mientras me pintaba las uñas y leía el periódico. Él me buscó y fue así como llegué al lugar más blanco que he visto, Baqueira, en Cataluña. Me emocioné. Realmente me emocioné viendo caer nieve, tanta nieve. Por más que estábamos hasta -13 grados, quería seguir viendo nevar. Él se reía de mi inocente ilusión. Pero yo quería seguir viendo los techos de las casas blancos. Los carros tapizados en copos. Quería seguir viendo los paisajes navideños de las películas en la vida real. Quería seguir probando la sopa de cebolla, o el lomo ibérico o el vinito para calentar. Quería seguir disfrutando del carro resbalandose en el hielo. O viendo los tres osos negros que no vi. Quería seguir titiritando del frio. Viendo la señalización en catalán. Quería seguir viendo narices rojas, manos temblando y mucho humo al hablar. Quería seguir riendome con él -el boludo español-.

Y es que entre frio, sonrisas, cansancio, atenciones, gente demasiado amable, un pueblo chiquitico, champaña rosada, un lada morado invencible ante la nieve, blanco y más blanco, agradecí cada copo de nieve. Y sonreí porque ver diferentes paisajes, blanco ahora, me llena de vida porque siento cómo el mundo me regala de su mundo y se pone ahí, para mí, para que yo lo disfrute y lo viva bien vivido. Y yo lo vivo, intensamente hasta el cansancio y no descanso. Y se me nota el cansancio, pero yo lo llevo con orgullo, como quien muestra sus heridas de guerra. Ya habrá tiempo de descansar. O no.

jueves, 2 de febrero de 2012

DÍA 90: nada que ver Ernest

Ir en el metro todos los días es para mi el exquisito ejercicio de perderme en mi misma. No pienso en ningún él. Ni en el trabajo de fin de máster. Ni en qué haré el fin de semana. Ni en que extraño a mi hermano. Ni en que me quiero quedar aquí pero la cosa está difícil. Ni en qué voy a escribir en princesasamaria.com. Ni en nada. Solo me pierdo en las letras y me exorcizo de cualquier realidad. Pero con este señor Hemingway la cosa no fue como un tranquilo paseo en el metro. No tuvo sabor. Ni ninguna historia que me atrapara. Ni frases de genio. Ni pasión. Ni el acercamiento con la magia. O la sensación que uno espera de que lo trasladen a Paris. Nada de nada. ¿Por qué es que le gusta a la gente? es más, ¿dónde me quejo porque ese Nobel que le dieron fue robado?