sábado, 25 de febrero de 2012

109: Corazón cobarde


Me puse tacones. Un vestido negro corriente y unas medias sugestivas. Había estado huyendole a la noche madrileña. No hay corazón que aguante salir, conocer alguien, enamorarse y desenamorarse en lo que se acaban los gin tonics. Debo aceptar que no había logrado recuperarme de mi última salida. De esa en la que dejé el corazón enterito. Pero fui valiente. Y me arreglé el pelo, me puse mi anillo coqueto y mi mejor sonrisa. Y valió la pena. Baile. Rei. Bebí. Disfrute. Y la noche me abrazó y se compadeció de mi corazón cobarde. Y por eso no me enamoré de nadie más que de Madrid.

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