lunes, 13 de febrero de 2012

DÍA 97, 98, 99 en Almería


No había podido dormir tranquila. Abrí los ojos, revicé el celular y el "Me voy para Colombia" me dejó claro que la vida seguía empeñandose en arrancarle lo que no debía arrancarle. No ahora. No a Ella. Así que mientras yo me iba para Almería Ella se iba a su casa a rectificar que lo que estaba pasando era una de esas pesadillas de la vida real. Yo viajaba para seguir maravillando mis ojos y mi conciencia con lugares nuevos. Sentirme afortunada de poder estar un fin de semana en la nieve y el siguiente en la playa. De conocer como una princesa. De deslumbrarme con nuevas palabras, comidas, gente, música y paisajes. Sentirme afortunada porque sí, porque cada día puedo suspirar por algo verdaderamente irrelevante pero algo, que con un toque te magia propio logro convertir en algo realmente feliz, importante y valioso.
Pero esta vez tenía el alma en otra parte, el corazón con Ella, la fe en el cielo y la cabeza en ninguna lugar.

Sábado:
Estaba en el lugar más parecido en España a la ciudad donde nací en Colombia, Santa Marta. Hacía sol. Había playa. Distancias cortas y gente conocida por todos lados. Estaba con la persona más especial que me ha dado España. La persona que más se esmera en darme tranquilidad y alegría aquí. Estaba con mi andaluza. En su casa. Conociendo a su abuela, su casa, su novio, sus amigos, su colegio, sus raices. Y me llevó y me trajo sin descanso para que yo pudiera verlo todo, probarlo todo, vivirlo todo. Y todo lo vi, todo lo probé, todo lo viví, todo se hizo. Y yo estaba feliz o eso intentaba. Aunque no solté ni un solo segundo mi celular. Aunque no dejé de abrazarla en la distancia. No deje de querer estar allá así fuera solo para estar con Ella aunque Ella no estuviera conmigo. Con Ella, a la que la vida le había arrancado mitad de su vida.

Domingo:
Uno sabe que nadie es eterno en este mundo. Pero uno nunca lo sabe en sí. Uno nunca esta preparado para cualquier perdida. Y es que hay perdidas de perdidas. Está por ejemplo. Si bien no es mi perdida la siento cercana. Sé lo importante que es para Ella aunque realmente nunca logre imaginarlo del todo. La he vivido como propia. Me ha dolido. La he cuestionado. Y me ha llevado a replanterme tantisimas cosas en mi vida. Yo seguía disfrutando de Almería, de sus tapas, de sus cañas, de su flamenco, de la fiesta de domingo más prendida que cualquier sábado, de su playa y de su gente asabrosada. De su Cabo de Gata y de su Aguadulce. De sus palmeras y de sus migas. Yo lo estaba disfrutando todo, despacito y contenida sin poder ni querer y mucho menos poder, apartarla a Ella de mi cabeza, dolor, alma y confusión.

Suspiro, porque todos estos dolores son reales y con su tristeza da vida. La presión en el pecho. La intranquilidad. La cabeza sin parar. La impotencia. Las perdidas reales lo lleva a uno a replantearse tantas banalidades, tantos males inexistentes, tanta lejanía y tanta prepotencia. Suspiro porque gustele a quien le guste, los malos momentos son parte de esta vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario