miércoles, 8 de febrero de 2012

DÍA 95: El tapper

Nunca entendí la importancia de un tapper hasta ahora. Si él hablara contara cómo llego todas las noches después de un largo día de clase a prepararme la cena y el almuerzo del día siguiente. Contaría que lo hago con gusto pero con la torpeza típica de alguien que jamás había tenido que ser una ama de casa moderna. Contaría que lo paseo por el metro encartada y sintiendo que coarta la libertad de mis manos. Diría que luego lo meto en el casillero hasta que sale directo al microondas. Se burlaría porque no me sorprendo al abrirlo porque ya sé que hay y hasta a qué sabe. Se "descojonaría" de la risa chismoseando de las conversaciones sin sentido que tengo con mis amigas. Y diría que son las mismas dos de siempre. Luego alardearía de que él es quién me alimenta, casi. Seguiría narrando como lo devuelvo a casa, lavadito, otra vez encartada con él en el metro, hasta llegar a repetir la rutina. Pero diría, con algo de orgullo, que cada día lo hago mejor y que cada día se sorprende mientras disfruta de mi buen ánimo, de mis ganas y de mi felicidad. Ah y hasta anotaría rápido para no perder protagonismo, que lo contagio de tanta alegría, sí, a él, al tapper.

No hay comentarios:

Publicar un comentario