jueves, 23 de febrero de 2012

DÍA107:

El mail decía que la entrada al master sería a las 11:45am. Que felicidad. Una hora y cuarenta y cinco minutos más tarde que todos los días. Ya empezaba a pensar dónde podríamos irnos de copas. Pero el mail seguía. Que la salida sería como la de todos los días a las 5:30pm. No podía ser cierto, de eso tan bueno no dan tanto, no en mi master. Pero el mail no se daba por vencido. Que luego a las 9:30pm en el parqueadero, pasarían por nosotros para ir a las rotativas hasta eso de la una de la mañana. Obvio. Demasiado bueno para ser cierto, a este paso las copas habrá que posponerlas para cuando se acabe el master o algo así. En mi día de bajos niveles de tolerancia me pregunté ¿entonces si salimos a la una, llegamos a la casa a las dos y me termino acostando a las tres de la mañana, ¿a qué hora es la clase del día siguiente? Pues a la misma hora de siempre. ¡¡¡¿¿¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉ???!!! Según decían nos dejaban la mañana semilibre para resistir el día. ¿Pero por qué no nos daban la mañana del día del trasnocho?
Nunca lo supe y pero allá había que estar y allá estuvimos. Viendo cómo imprimen El Mundo, Marca y otros más. Papel literalmente en grandes cantidades. Robots increíbles. Técnicas alucinantes y en general una organización que si uno no ve, no se imagina lo que se necesita para que la gente pueda desayunar tomandose un café y leyendo un periodico. Periódicos en los que yo algún día ya saldré. Ya verán. Pero mientras tanto seguiré estudiando para poder salir. Seguiré madrugando y trasnochando. Llenandome las manos de tinta. Escribiendo hasta de lo que jamas pensé que escribiría. Leyendo más noticias que cosas románticas. Sí, seguiré como lo he venido haciendo: sin quejarme y disfrutando. De pronto algún día el master me de un respiro, yo salga un día de semana de copas o a descansar y si no, habrá valido la pena porque escribiré de puta madre. Cosas se ven.

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