lunes, 30 de julio de 2012

DÍAS 174-176: Madrid vs Barcelona



Cuando alguien menciona Barcelona es casi que una regla que la comparen con Madrid. 'Que me gusta más', 'que es más divertida', 'que es que tiene playa' pero uno nunca ve que se mencione San Sebastián o Málaga y digan algo como 'tiene esto que no tiene Madrid'. Es algo así como hermanas y rivales. Y los de allá la defienden con el alma y los de acá igual. Y yo no quisiera caer en comparaciones porque vivo en Madrid, lo que haría que mi pronunciamiento se viera bastante parcializado, pero caeré en comparaciones y disfrutaré, sin vergüenza alguna, de estar parcializada. ¡Que linda Barcelona! Pasé tres días increíbles. Comí delicioso como creo que hace mucho no comía en mi Madricita (no sé si es que ya me acostumbré a la comida de aquí y ya no me sorprende). Sentí la magia que transmite la Fuente de Montjuïc y disfruté verla más llena que un concierto de rock con gente feliz bailando y dejándose mojar. Y pensé que en la ciudad donde vivo no hay un lugar con tanta magia, así que sonreí y me emocione mientras la veía. Me sorprendió gratamente la Sagrada Familia porque ni en lo más remoto de mis pensamientos hubiera pensado que sería tan original y surreal y por eso entró al listado de las iglesias favoritísimas que conozco. Y luego el Parque Güell y el resto de locuras de Gaudí, me hicieron pensar que si él estuviera vivo lo hubiera stalkeado tanto que se hubiera enamorado de mi porque yo estaría perdida por su locura. Que tenga mar y cientos de yates como el que yo quiero tener cuando sea grande es otra virtud de la capital catalana, pero ya es hora de decirlo: Madrid es Madrid. Barcelona se parece a mi ánimo alocado por saciar, libre, informal y con ganas de más y más. Me recuerda a mi yo de 23 años o algo así. Madrid en cambio, es más cuerda, más sofisticada, más medida pero también con espacio a la perdida de control y al maravillamiento, como la yo de hoy. Pienso que BCN es perfecta para los que están iniciando sus veintitantos y la capital de España es ideal para mi o para los que los estamos terminándolos. La gente que vive en mi ciudad adoptiva es más amable, se viste mejor y definitivamente se ve más bonita y con más clase. Aquí hay menos turistas haciendo desastres y volviendo las calles y los lugares turísticos imposibles. Al caminar por Las Ramblas todos me hablaban ingles, o sea, a mi, con este aspecto de todo menos de gringa o europea que tengo y me perdía y no sabía en qué lugar del planeta estaba, en cambio aquí en Madrid más bien pocos dominan una lengua diferente al castellano, así que uno se siente muy en España. Mi Madricita del alma es menos caótica, menos desordenada, es como si ya hubiera quemado la etapa de buscar la locura, la fiesta y el desmadre para rectificar su existencia. BCN, es como si estuviera ahí rompiendose la vida para sentirse viva, como la yo que entre más locuras hiciera en una noche, más viva se sentía. Delicioso me parece, pero yo ya eso lo viví y es como si Madrid también. Por eso para esta etapa de la vida en la que estoy, donde eso ya pasó, Madrid es perfecta. Se parece a mi, a lo que busco, a lo que sueño, a lo que quiero alcanzar. Barcelona es guapísima, pero de paso, un par de días, como un amor de fin de semana. De esos alucinantes, vivos, extremos pero que uno quiere solo y exclusivamente para eso, para el fin de semana, para nada más. Me gustó mucho BCN, mucho, pero Madrid es mi pechichona, esa que me invita a ser mejor y quedarme eternamente en ella. Es como esos amores que exigen perderse, vivirlos, disfrutarlos y defenderlos con las uñas al punto de sentenciar  -de verdad o no-, subjetivamente que Madrid es lejos, mejor que Barcelona.

jueves, 26 de julio de 2012

DÍA 173: llegaron los primos

He tenido toda clase de visitas y a pesar que cada visita es una responsabilidad y odio las responsabilidades, amo las visitas. Me hacen feliz. Me transportan a algún momento de mi vida y se adueñan completamente de mi presente. Me abrazan y con eso me sacan de la rutina que no tengo mientras les muestro lo maravillosa que es mi ciudad adoptiva. Mis primos vinieron y con ellos llegó más alegría a mi vida al punto que pude oír las carcajadas de mi corazón. Como los veo cada año pero los quiero cada día aproveché para abrazarlos por los días que no los he visto y por los que no los voy a ver. Cada instante quise demostrarles que sentía felicidad pura y dura de tenerlos y quería eternizar los días para no separármeles y no dejar de tenerlos frente a mi. Y reímos y nos acordamos de las historias en la casa de la abuela. Y comimos y caminamos y nos burlamos amorosamente los unos de los otros. Comimos helado y el guapetón nos cocinó. Y rectificamos que somos familia muy familia. De esos primos hermanos cercanisisisimos que se parecen en la forma de ver la vida y de vivirla. Que se ríen de los mismos chistes y son amigos y cómplices y que por ser primos tienen un status VIP entre los amigos y los cómplices. Y es que habernos subido al palo de ciruela de la misma abuela y abrir los regalos de navidad juntos cada año, hicieron que todo el universo nos parezca maravilloso y feliz. Habernos bañado en la misma piscina de agua salada todos los fines de semana nos dio la certeza que estemos donde estemos nos estamos queriendo y deseándonos lo mejor siempre. Así que fui feliz con los primos hermanos, rectifiqué que son increíbles y se fueron dejándome la certeza que al final de cuentas, pase lo que pase, nos tendremos por siempre los unos a los otros porque al fin y al cabo somos familia, de esa que se siente orgullosa de ser familia del otro. Me encantan las visitas, pero la de los primos me encantó más, ojala toda las responsabilidades de mi vida se resumieran a pechichar a los que quiero.

lunes, 23 de julio de 2012

DÍA 172: No Iphone no live

Yo soy de las que quiere las cosas con todo el corazón. Y me encapricho. Y las quiero, las quiero, y las quiero. Entonces voy como un tigre y las consigo. Luego las tengo y las hago mías y no vuelvo a ser la misma. Pero lo que duele perder las cosas que uno quiere con todo el alma y consigue con las garras no tiene nombre. Esa es mi historia de amor con mi IPhone. Y ya sé que antes de tenerlo vivía y la vida parecía normal. Pero luego de tener IPhone pasar a no tener uno, es como si el mundo se hubiera estancado y hubiera dejado de girar a mi favor y por eso mi existencia tuviera tintes anormales. Y es lamentable. Siento que estoy de duelo aun. Vestirme de negro, llorar, no ir a fiestas y no parecer muy alegre. Si bien lo perdí como los grandes, en la fiesta más absurda que me he metido en los últimos años y así se supone el dolor es justificable, estoy deshecha. Lo extraño. Quisiera decirle tantas cosas, como que su partida me ha cagado la vida. Que me perdone porque debí medirme en esa fiesta. Que la vida sin él no tiene sentido. ¿Y nuestro para siempre juntos? Que me duele no haberlo cuidado más. O que si me diera otra oportunidad le demostraría más amor. Que pasaría más tiempo junto a él. Que no miraría otros celulares. Le juraría que no lo iba a cambiar por el 5. Le diría todos los días cuanto lo amaba. Se lo prestaría a mis amigas para que lo tocaran. Llamaría más. Jugaría más con él. Tantas cosas. Aunque la verdad sea dicha, creo que todas las anteriores era imposible, porque mi amor era tan grande que efectivamente lo cuidaba más que a mi billetera. Lo lleva pegado en la mano peor que mis anillos. No miraba otros celulares porque él para mi, es el más de los más y tenía largas discusiones con algún propietario del Samsung Galaxy. No lo iba a cambiar por el 5 porque era nuevecito. Todos los días le demostraba cuanto lo amaba y hasta se lo decía y le hablaba como si fuera un bebe. La cosa es que empiezo a recuperarme y cada IPhone que veo me acuerda a él y recuerdo los momentos que pasamos juntos. Las fotos que tomaba constantemente para este blog. Las llamadas que recibí. Los mensajes que puse. Los tweets que me inspiró. Lo coqueta que me veía junto a él. Es que realmente hacíamos una linda pareja. Lo extraño. ¿Por qué se fue?

jueves, 19 de julio de 2012

DÍA 171: Cerrado por demencia

No es que me hayan dejado de pasar cosas chéveres, faltaba más. A mi me pasan cosas lindas todos los días o si no yo me las invento. La cosa es que de repente me encontré a mi misma petrificada y no quería ver lo bonito de mi día a día. Así aunque veía lo lindo me hacía la loca y decidí continuar en mi silencio. Me entró pánico y necesitaba sentirme sensible para reconocer mi vulnerabilidad. Y es que todo lo que quería que se viera lejos se me empezó ver encima y lo que quisiera cerca se empezaba a ver lejos. Absolutamente paniqueada quedé. Vi a dos pasos la necesidad de tener que irme de aquí y yo de verdad no quisiera irme de acá. Pero también vi que era hora de seguir construyendo mi carrera profesional y hacer experiencia y ganar como quiero ganar. Me vi perdida sin saber cuál camino tomar, ni a dónde ir, ni cómo empezar eso y mucho menos cómo terminar esto, mi ahora. Y vi mi futuro profesional lejos, lejos, lejos. Y mi despedida de España en las narices. Y el corazón me hizo crack y por eso quise llorar y lloré. Lloré porque mi vida aquí es demasiado sabrosa. Porque amo Madrid. Me siento invencible con mis amigas. Vivo loca con la seguridad de la ciudad. Soy feliz con el metro. Muero con la gente y la comida. Soy feliz aquí en mi burbujita. Pero también lloraba porque tengo que salir de ella, de mi burbuja linda que con tanto esfuerzo he construido. Tengo que irme y volver a donde pertenezco. Y no sé a hacer qué demonios allá. Ni en dónde. Ni si encontraré lo que quiero. Ni cómo lo quiero. Ni cuánto. Es más, no había siquiera pensado en nada de eso porque no había pensado que llegaría el día de volver. Y sentí miedo, por irme y por volver. Por no ser la misma y no encajar. O porque sea el mismo lugar y yo no encaje en él. Que los sitios que ya he pisado me sepan a monotonía. Que la gente que ya he querido siga siendo demasiado igual a como las quise. Que yo haya cambiado mucho o que no haya cambiado nada. Así fue como me encerré. No abrí los ojos y tuve miedo. Y callé. Y no vi las cosas lindas de mi vida. Pero aquí estoy, aceptando mis flaquezas y volviendo a sonreír porque al final del camino, por más ansiosa que esté o más pataleta que haga, sé, tengo la certeza que vaya donde vaya, este donde la vida me ponga, será lo mejor para mi.

viernes, 13 de julio de 2012

DÍA 170: romantiquito no que me enamoro

Cuanta falta le hacia a mi vida un toque de romanticismo:

'Hola,

No sé si me recuerdas, soy el chico lindo que conociste en Pamplona, aquel que no se cansó de besarte toda la noche. En medio de tanta locura y descontrol, tuvimos un momento solo nuestro. Me gustaría verte, invitarte un café o algo así.

Te dejo mi número ######  a ver si te animas.


Besos,

M.'

Y no habían pasado 0,5 segundos cuando yo lo estaba llamando. 

miércoles, 11 de julio de 2012

DÍA 169: Hasta pronto a la amiguita


Ella es María Mónica y es la persona que me aguantó por nueve meses y medio. ¿Quién carajos me aguanta a mi por tanto tiempo? deberíamos canonizarla, o algo así. Sería una buena idea. En serio. Porque ella me oía mis pataletas de niña de siete años y medio cuando los únicos tres tipos que me han interesado en este tiempo no aparecían. Y respondía mis preguntas: "Por qué no ha llamado?", "¿Me va a llamar?". Luego pasados unos trece minutos yo volvía intensa, "Por qué no ha llamado?", "¿Me va a llamar?", "¿Será que no le gusté?", "¿Por qué no aparece?", "¿Va a aparecer, CIERTO?, y así cada trece minutos hasta que aparecían, o no, pero ella siempre respondía. Que intensa soy. Y con todo y eso, ella me aguantaba y guardaba la esperanza en su corazón de que alguno de esos, u otro, o el que fuera, se quedara. Que alguien no se largara como todos y yo lo llevara a la casa y nos ayudara a cambiar el bombillo que se quemó, colaborara cargando las bolsas del mercado, viera futbol con ella y juntos gritaran 'gooool' o se pelearan porque él era del Barca mientras yo me hacía las uñas. Ella quería incluso más que yo que yo consiguiera un novio sobre todo, -supongo- para alegrarme con sexo los días que llegaba con mi cara larga y quitármele de encima a veces. La cosa es que nunca le llevé al que nos iba a salvar de los bombillos quemados y con todo y eso ella me quiso igual. Y me quería ya como a una hermana. Y nos peliábamos como hermanas, de esas que uno discute y luego a uno se le olvidó porqué era que estaba peleando y se lleva regalitos. Yo no tengo hermanas pero así debe funcionar. ¿no? Pero hay más. Cada que iba de fiesta y yo estaba lista antes de ponerme los tacones me le acercaba y le decía "me veo gorda?", "¿crees que soy obesa? y ella respondía paciente. Luego me ponía los tacones y volvía y le preguntaba que si estaba segura de que no me veía gorda, obesa, ballenuda y todo los sinónimos alrededor de la gordura. Pero ella siempre respondió que no, una y otra vez y se reía y decía que qué había hecho para merecer eso y eso mismo me pregunto yo. Pero no sé que hizo para merecerlo pero ahora ya sé que merece por soportarlo, hay que hablar con Roma. Y es que las cosas que tuvo que soportar no terminan ahí. Aguantó mi caos y si le importó pues se lo tragó y no me lo dijo. No se quejó del desorden que puedo llegar a ser de dejar zapatos en la sala, hacer todo a último minuto y no tener nada bajo control. Tomó las riendas del apartamento, obvio porque yo no he podido tomar las riendas de mi vida. Además era cómplice de mis corridas al cuarto cuando llegaba la dueña del apartamento a que le pagáramos y yo huía para no dar la cara porque me daba pereza pura oírle sus historias. Hay que canonizarla a lo bien. Es un ángel o algo así. No me entendía, decía que yo estaba loca. Pero con todo y eso me quería y me supo aguantar y entonces yo estoy muy agradecida y me duele que se haya ido pero sé que eso la hace más feliz que quedarse aquí teniendo que aguantarme. Que lastima que se fue. Ahora no sé quién va a responder mis preguntas. Ni quién va a decir que le gusta cómo cocino, -porque es la ÚNICA persona en el planeta tierra que se reafirma en ello, aunque es a la única persona que le cocinaba-. No sé quién me va a decir "Clau" y que yo además de aceptarlo me suene tierno y bonito. No sé con quién voy a analizar por horas el caso Colmenares. No sé a quién me le voy a robar la leche de chocolate o el cereal (¡¡ES SANTA!!!). No sé nada, pero sí tengo claro que aprendió un par de cosas importantisimas de mi. Por ejemplo hace poco la oí cómo le gritaba a una desconocida "CALLATE ZORRA" y yo me sentí muy orgullosa. Aprendió a hacer arroz, valoro más Madrid y vio la posibilidad de pintarse las uñas de colores. Pero bueno, la cosa es que como ella se fue a casa y va a estar muy feliz y emocionada y haciendo cositas ricas con su novio y abrazando a sus hermanas verdaderas, y rencontrándose con sus papas y sus amigos de siempre, no me va a extrañar tanto como yo a ella. Porque yo sigo aquí sin el novio que ella quería que consiguiera y no conseguí y además, como si no fuera suficiente, ahora estoy también sin ella.

¿Dónde nomino a alguien para canonización?

lunes, 9 de julio de 2012

DÍA 168: Pamplona la ciudad de los besos

Cuando íbamos en el bus rumbo a San Fermines, se dijo que, o Pamplona acababa con nosotros o que nosotros acabaríamos con Pamplona. Y ese fue el lema y eso fue lo que pasó. ¿Qué pasó? que nosotros acabamos con Pamplona y que Pamplona acabó con nosotros. La verdad es que estuvo loquísimo. Desquiciante. Brutalmente fuera de casillas. No tengo idea cuándo carajos estuve tan demente. Sospecho que hace unos cuatro o cinco años en una feria de Manizales, pero ni eso. San Fermines es San Fermines o no sé si fui yo, o nosotros, o todo. Había demasiado loco junto. Las calles estaban locas. La gente estaba fuera de control. La ciudad estaba trastornada mentalmente. Cada uno de los presentes en esas festividades, -que eran mares y mares y ríos y lagos y océanos de gente de blanco y rojo- querían lo mismo: hacer desastres. E hicimos desastres. Bailamos. Cantamos. Se nos dio por hablar algún idioma extraño a los pocos feos que nos encontramos para que no se acercaran. Hubo besos, muchos besos. Hubo ropa morada por el vino que salió de casa blanca. Hubo guapos por montones. Hubo fiesta seguida por más de 24 horas sin parar. Hubo un amor. Hubo amigas más locas que yo, bueno no, casi. Hubo pitos. Hubo juegos artificiales que se supone son lo máximo pero que ignoré. Hubo encierro aunque ya muerta de tanta fiesta a las 8am, casi que ni disfruté. Y como cuando uno va a alguna parte hay que dejarlo todo, lo dejé literalmente, todo. Dejé en algún lugar una botella de ginebra sin abrir. Dejé unos 20 sanduches que duré una hora haciendo. Dejé mi voz cuando se atravesaba un guapo y lo poníamos a bailar "una mano en la cabeza, una mano en la cintura, un movimiento sexy...". Dejé una bota que fue mi premio por un besito. Dejé mis rodillas en el piso cuando quise que unos desconocidos me tiraran por los aires y a la 4ta vez no me recibieron. Le dejé mi corazón a un argentino -sí,-otro, no sé que pasa-. Dejé mi IPhone y eso sí dolió y dolió en serio y dejé ahí mis lagrimas. En fin, lo dejé todo e hicimos que Pamplona temblara y tembló y la acabamos. Volví destruida, con dolores, con satisfacción y con felicidad, Pamplona acabó conmigo. A mi que no me lleven a ningún fiestón de esos por lo menos en un buen tiempo, ocho días, por ejemplo.

viernes, 6 de julio de 2012

DÍA 167: el diploma para la pared de Mamá



Cuando mi mamá me preguntó que si estaba emocionada por mi grado, lo pensé por tres segundos y sentí que no, que no había nada pomposo en mis emociones y que el día se estaba pareciendo a un día cualquiera. Sin embargo, acelerada como ella es, no me dio tiempo de pensar más allá, ni de meditarlo, ni escrudiñar en la profundidad de mis sensibilidades y se auto respondió diciendo "yo, sí". Vale, había alguien emocionado por la obtención de mi diploma y cómo no, la Mamá tendría un nuevo cuadro en casa. Sin embargo entre más se acercaba la hora de ir a recibir el cartón que pone DOÑA CLAUDIA (NO PIENSO REVERLAR AQUÍ LO QUE SIGUE) CARRILLO SANTOS ha realizado el MÁSTER UNIVERSITARIO EN EDICIÓN, PRODUCCIÓN Y NUEVAS TECNOLOGÍAS PERIODÍSTICAS, mis sentimientos empezaban con sus sentimentalismos. 

Fue cuando me senté a esperar a que empezara la ceremonia que asumí realmente lo que estaba sucediendo. Me estaban haciendo entrega oficial no de un titulo, no de la certeza de ser más competitiva en el mercado, no de la certificación de que ahora soy periodista, no, nada de esas cosas, recibiría el símbolo de una serie de decisiones, experiencias y emociones de una etapa definitiva en mi vida. 

Y todo eso empezó a pasar por mi mente. Las imágenes de lo vivido se amontonaban en mi conciencia con afán de protagonismo. Y comencé a conmoverme y me dije "mierda". Poco a poco me acordaba del momento uno, ese que abrió lo que para aquel entonces era una posibilidad. Un poco antes de recibir mi titulo oficial de politóloga ese que antes de recibirlo ya no lo quería y cuando lo recibí y lo rectifiqué; me jodí. 

Ya para ese entonces la creación de PrincesaSamaria.com seguía gestado en mi un movimiento revolucionario propio que me exigía cambios drásticos. Cambiar de profesión, cambiar de país, de círculo social, de lo que se pudiera. Girar y volver a empezar.  Fue así como cada día el crecimiento y la bonita acogida de Princesa Samaria y el lugar en el mundo que éste me daba, la tranquilidad que me generaba, la entrega y el entusiasmo con el que lo hacía, me rectificaba que había que hacer algo.

Pero no era tan fácil, era renunciar a años de estudios, a proyecciones de mi misma, a convicciones de toda la vida, a un perfil profesional que suponía definido. Sin embargo estaba descubriendo algo que me llenaba de vida y en vista de que quería más de eso porque me hacía feliz, había que ir 'a por ello'. 

Fue en ese camino cuando me desorienté. Me perdí. No tuve idea por dónde comenzar ni por donde terminar. Ni cómo, ni cuándo, y peor, con qué. Sabía que tenía que irme de Colombia por una necesidad interna inexplicable que me reclamaba constantemente otro mundo. Sabía que quería escribir. Sabía que no sería fácil, sabía pocas cosas. Y la verdad fue que me tocó esperar. Y a las malas esperé. Y me tocó organizarme y a las malas me organicé. Y no entendía por qué me tocaba esperar y por qué me tocaba organizarme y por qué no era ya cuando yo quería. Y me dolió la vida, y me cuestioné el sentido de está, la razón de mi existencia y mi misión en ella. Y tuve miedo. De la vida, de mi futuro y sobre todo de mi misma. Y pataleé. Y me encerré y la pase mal. 

 Y luego todo por si solo empezó ponerse en orden, a cobrar sentido y a hacerme encajar en el mundo. ¡Y encajaba! Ya sabía el lugar y el por qué, ya tenía mi apoyo y mi certeza y la vida empezaba a darme los con qués. ¡Y me los dio! Pero había que seguir esperando pero empecé a disfrutar de la espera. 

El mientras tanto se hizo chévere y aprendí cosas, asumí responsabilidades y parrandeé como lo sé hacer. Estuve lista para irme y veía cómo mi papá me miraba con ojos de admiración. Él llevaba meses o años oyendo de este plan pero tenía sus reservas que aun siguen en ese estado. Pero entre más real se hacía el plan, más real él me veía. Y me miraba con ojos de admiración y alardeaba ante mi hermano y le decía que aprendiera 'pendejo', que yo estaba logrando todo S-O-L-I-T-A. Y cuando decía solita hablaba de su apoyo económico, pero no estaba sola, tenía su mirada y su sonrisa y sus alardes de mí que era todo el apoyo que necesitaba de él. Y el apoyo de La Mama, la incondicional. Me llenaba de alegría verla abrazarme con un no quiero que te vayas pero vete, pero no te quedes pero quédate. Me rondaba en silencio impaciente aterrada de cómo lo había logrado. -Sigo sin saberlo, Mama-. Pero podía sentir a una madre satisfecha de su deber cumplido, y ese, ese era todo el apoyo que yo necesitaba de ella. Sentir que le cumplía como hija a la berraca que me llevó nueve meses en su barriga y me aguantó la adolescencia de mierda.  

Y me vine oronda. Sin dudarlo, sin lagrimas, sin miedo y sin nostalgia. Sin que me temblara el alma o el corazón. Me vine sin poder creerlo. Así que ese diploma va más allá de las clases. De estar todos los días y todo el día en el master. De la compañera que adoré y a los que quise y a los que me dieron igual y a los que me produjeron ganas de vomitar. El cartón va más allá de la frustración de las malas notas y de sentir que no sabía escribir. De aprender de historia y política Española. De estar estudiar dentro de uno de los mejores periódicos de este país, y de llegar a casa cansada de estudiar para seguir estudiando. El diploma sobre pasa las malas clases y las buenas, poner tildes y tratar de no escribir tan a la colombiana. Escribir para periódico, para web, hacer radio y televisión. Este cartón va más allá de todo esto.

Lo que me entregaron es el símbolo de los viajes que he hecho. De la fortaleza que tuve para seguir mis sueños. De la valentía que es haberlo hecho por mis propios medios, todo, absolutamente TODO. De las amigas que se han vuelto mi eje central aquí. De mis rumbas. De los besos que he dado y de los que no. Del argentino con el que salí y con el que volví a creer en el amor aunque no haya surgido. 

Es la rectificación de que si uno sabe lo que quiere puede conseguirlo, con esfuerzo pero lo consigue. Es el giro de mi vida. Es la independencia que me ha dado. Son las cocinadas, limpiadas de casa, organizada de cuarto y manicuras, que me ha tocado hacerme. Son las letras que escribo y gustan y las que escribo en el master y no gustan. Es estar en la revista en la que yo quería hacer las practicas. Es el suspiro ante la Torre Eiffel, son las visitas, son las lágrimas, es mi sobrino creciendo lejos. Es no tener respuesta al ¿ahora qué?. 

Son las celebraciones por fútbol, Grecia, Málaga, El Bernabeú. Es el verbo flipar y ser más exigente y mucho más exclusiva y jodida en mis relaciones, tanto amorosas, como de amistad. Es haber logrado lo que quería. Es tener una vida feliz. Es la conciencia de que esto es mío, de mi propiedad que yo lo sudé y lo gané y por eso cada instante lo agradezco y lo atesoro y los saboreo y lo vuelvo a agradecer con sinceridad en el alma. Es la rectificación de que hacer planes es una mierda pero saber lo que se quiere y no rendirse con los obstáculos es la clave de un presente feliz. 

Así que se me escurrió una lágrima cuando recibí el famoso diploma y sonreí de satisfacción. Pensé que iba en el camino que era, me sentí orgullosa de mi, de mis decisiones y de mis tropiezos. Quise parrandear y celebrarlo y parrandie y lo celebré. Entendí que era un momento memorable en mi vida y que sí, si estaba emocionada y que sí, el diploma sí merecía estar en la pared de mamá.


martes, 3 de julio de 2012

166: Que viva España

Llegué de mi viaje, medio me arreglé y pa´ la calle. Eso realmente es afán de vivir. Vivir bello, vivir sabroso. Y fue así como España ganó la Eurocopa y la noche se alargó un tanto. La idea de la selección española de ganar únicamente para que yo viera lo que es una celebración de esas, me pareció conmovedora. Así que como me hicieron semejante honor supe verlo y vivirlo y sentirlo y disfrutarlo. Mares de gente en Cibeles. Banderas en banderas, en camisas, en las caras, en pitos y en los corazones. Tipos guapos. Felicidad sincera en todas las sonrisas. Chinos vendiendo cerveza y haciéndose millonarios. Ambiente alegre. Fotos. Canticos de 'loroloroloro qué viiiiiiiiiiiiiiiva España'. Yo cantando Soy Español más fuerte y con más sentimiento que cualquier nativo de este país. Baile. Un grupo increíble de gente. Ocho mujeres en circulo moviendo las caderas con más sabor que todo Cibeles junto. Un pequeño coqueteo, obvio. Y después, el bar favorito, explosión de champagne, más baile, más amigos, más noche, más de las 4am. ¡Qué viva España! Pero que la próxima vez que gane que caiga viernes o sábado para poder celebrar hasta las 12 del día y no solo hasta las 4am. Que gracias.

lunes, 2 de julio de 2012

DÍA 165: Un fin de semana PERFECTO






'Claudia, ¿me harías un viajecito?' me dijo la jefe de la sección de viajes. Sin preguntar que a dónde, ni que cuándo, ni que por qué, respondí que obvio, obvio. Resultó ser Portavenura, todo pago y además podía llevar un acompañante. Jodida vida sabrosa la mía. Con una de mis chicas VIP de España, que no es española, nos fuimos a sacar las niñas que llevamos dentro. Y las sacamos aunque no es algo dificil. En Portaventura nuestras niñas interiores fueron absolutamente niñas y felices. Es un parque de diversiones, así que el plan más genial no pudo haber sido. Y es que la decoración, los cartoons, Plaza Sésamo, El Pájaro Loco, Betty Boop, los gritos, las caras felices de la gente, los niños comiendo helados, fotos haciendo payasadas, gritos, Shambhala, la montaña rusa más grande - y deliciosa para mí, que me subí unas 6 veces-de Eurpoa, hacer filas con adrenalina, ver las fotos con caras terroríficas durante el viaje en cualquier atracción, vacíos en el estomago, risas hasta llorar, y todo, o sea todo fue una mezcla en la cual la experiencia fue un viaje a un mundo mágico e irreal. Un planeta feliz e ideal. Un lugar en el que por el momento no hay problemas, ni mañana, ni ayeres, solo la compañía más perfecta, el lugar de los sueños, la experiencia más divertida, un fin de semana surreal y lo de siempre; mi sabrosa y jodida vida.