De repente decidimos que ese lugar tenía magia. Y por eso fuimos, solo para confirmarlo. El Mercado de San Miguel nos confirmo que tiene su encanto. El dueño del lugar por nuestras lindas caras decidió que quería atendernos con el vino "del bueno amor". Y bueno, había que seguirle la cuerda al señor e intentarlo. El vino del bueno amor no nos trajo ningun amor, obvio, pero nos trajo una buena noche de martes, increiblemente gratis y llena de sonrisas. Que jodida vida más buena onda carajo.
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