Me dejó una de las fotos más espectaculares que me he tomado en Madrid. Tres suspiros de este blog y algunos más de los que salen del corazón. Una botella de ginebra por la mitad en mi nevera y una entera de vino. Un beso que se quedó sin dar y mis sábanas sedientas de su cuerpo. Dejó un desorden en mi cabeza que con tanto tiempo y juicio había organizado. Ademas, dejó las ganas de desquiciar no solo la cabeza, sino el corazón, el alma, mi cuerpo y los despertares. Me dejó un chocolate y un mail que con heroica fuerza de voluntad -y algo de dolor- no me he terminado ni respondido. Me dejó la triste sonrisa, sí, otra vez, de un amor que promete y que muere justito cuando empezaba.
Suspiro porque me dejó suspiros de ilusión y suspiros de desilusión.
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