En vista de nuestros conflictos con el vuelo de regreso a Madrid, nos fuimos para Aigina. Una isla sencilla y ostentosa en su belleza de no mas de 14.000 habitantes a una hora de Atenas. El sol salio para que pudieramos alquilar una bicicleta para recorrer toda la isla y asi lo hicimos. Y pedaleamos y pedaleamos hasta querer tirar al mar los aparatos de dos llantas. Conocimos un ingles increible que nos invito al almuerzo tipico y delicioso. -Cosas que nos pasan y a veces no entiendo por que, asi paso con la senora de la tienda que nos regalo galletas, el del metro que nos lo dejo gratis, el de restaurante que nos invito la cena y asi-
De vuelta, en el barco, la luna mas grande que jamas haya visto se puso para decirme que todo va a estar bien y que a pesar que todo se vea negro, siempre siempre hay una luz. Luna, lunera de mi corazon.
Con Angela, mi complice de viaje, tuvimos el mejor anfitrion, Konstantino. A parte de dejarnos quedar en su casa nos cocino todos los dias, nos llevo, nos trajo, nos subio, nos bajo, nos presento a sus amigos. Nos llevo de fiesta, de turismo, de fiesta otra vez, de descanso. Nos complacio en lo que nos dio la gana y hasta en lo que no. Nos amo y nos odio y como por si fuera poco: NOS AGUANTO!
Increible viaje. Y es que estallamos en risas cada que nos descubriamos con alguna incoherencia. Si que disfrutamos cada paso. Cada chiste. Cada maldad. Cada invitacion. -Cinco dias en Atenas y lo que gaste no lo gasto ni en tres dias en Madrid- Bailamos, comimos, rumbeamos, turisteamos, peleamos, nos cansamos, descansamos, hablamos griego, espanol, ingles y hasta albanes. Tomamos ouzu, gin, vodka, cocacola. Foto aqui, foto alla. Carro, un par de veces metro, bote. Chicos guapos, guapos y mas guapos, cosa increible. Todo segun se nos antojo.
Que tusa carajo dejar Atenas que se porto increible.
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