La vida es más fácil si una la
endulza. Los amores de fin de semana duelen menos si uno les quita la prioridad
y se la da al chocolate. Las desilusiones no lo tumban a uno un domingo si uno
tiene una mejor opción. El mundo gira con más piedad si uno se sabe juntar. Y
yo me supe juntar. Y he aquí la descripción visual de mi domingo. Si algo tenía
que doler no dolió. Si de algo me tenía que lamentar, no me acordé. Si estaba
cansada de amores pues descansé. Un domingo, con las amigas, durmiendo, viendo películas,
cocinando, comiendo como si nada engordara y goloseando para descansar el alma.
Así, no hay domingo que acabe con uno. Las penas, dolores, golpes de pecho y
desilusiones engorrosas del día en que termina el fin de semana, se hacen
borrosas si uno tiene una mejor compañía: un postre feliz que calma lo que uno
cree incalmable.
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