Marbella me encantó. Tiene la sal con la que me crié. La alegría que equilibra mi vida. Los colores que siempre le hacen falta a las capitales. Los turistas felices. Los barcos, tiendas y carros que merezco. Tiene su puerto Banús. Tiene su propia vida. Y es que Marbella es de mar, como yo, solo que en las emisoras suenan olés, las mujeres bailan con las manos y los hombres son guapos todos. Me gustó Marbella, que sí, que sí tío. Me sentí en casa y pensé, al pasar los días y recorrer los lugares, que si yo fuera española, indudablemente, fuera andaluza. Y olé.
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