domingo, 15 de abril de 2012

DÍAS de Semana Santa IV; Meet Malaga

Llegué como a todos los lugares que voy: con curiosidad y entusiasmo en el corazón. Llegué a ver qué tenía de igual y qué tenía de diferente a los otros sitios que he visitado. A buscarle diferencias y a quererlo igual que a todos. A tomarle fotos y a hacerlo mío. Pero con Málaga me pasó algo diferente. Me sobreactué con eso de hacerlo mío. Y es que llegué a creerme malagueña, lo juro. Ya saludaba a los nativos. Caminaba por las calles con propiedad. Y hasta bailaba sevillana. Y es que cuando me fui de ahí decidí que quería regresar. Y lo sentí con una urgencia irracional de esas que pocas veces dejo escapar. Así que irracionalmente dejé el resto de los lugares por descubrir y volví. Y no, no me había pasado antes. No sé si era la rumba que no terminó sino hasta que volví a Madrid. No sé si fue el grupo increíble de personas con quien me lo gocé. También pudo ser que tenía los mejores anfitriones del planeta. O por la comida deliciosa. Quién quita que haya sido por haber estado en la casa más bella. O porque el lugar está lleno de alegría en el ambiente. La playa o los chicos guapos por todas partes. O por mi delicioso coqueteo de vacaciones. No lo sé pero pudo haber sido por cualquier razón. Pero eso sí; es el único lugar que hasta el momento las ha tenido todas. Y por eso es que me quedé en Málaga y no quería volver y ahora que volví quiero regresar.

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