jueves, 1 de marzo de 2012

DÍA 113: Aron

Mellamoaron, me dijo. ¿Te llamaron? respondí un poco torpe. Se volvió a mirarme mientras se sentaba junto a mi en el metro. Mellamoaron, repitió. ¿Qué te llamaron? ¿qué te dijeron?. Ella me miró y me dijo, "que se llama Aron". Lo sentí en el alma y lo miré con una sonrisa de esas que sé hacer bien para que cuando todo esta mal, todo vaya bien y le pregunté que cómo estaba. Él, ya sentado me miró por primera vez fijamente. Tenía los ojos grandes y con un marrón que quería ser miel. Y hablamos. Y yo me fui a las nubes. No quería regresar. No quería que a alguno le tocara bajarse. Quería que el metro fuera cómplice. Desde que llegué a Madrid no había visto tanta dulzura en una voz ni había sentido tanta inocencia en un alma. Me contó que tenía una bicicleta azul que yo quise conocer. Y que se había disfrazado de pitufo y que yo me parecía a Pitufina. ¡No puede ser, era mi parada! ¿Cómo despedirme? Me lo quería llevar a mi casa. Me despedí y me miró confundido y optimista y sin darme tiempo de decir nada más. Me dijo "mañana aquí". Yo lo quise abrazar. Cuando me levanté, caminé y pisé la puerta de salida, Aron gritó, ¡¡CHAOOO!! yo voltee, le tiré un beso y le sonreí a él y a su mamá que le decía a su hijo de cuatro años que no había que gritar en los metros.

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