lunes, 30 de abril de 2012

143: En tu cara domingo


La vida es más fácil si una la endulza. Los amores de fin de semana duelen menos si uno les quita la prioridad y se la da al chocolate. Las desilusiones no lo tumban a uno un domingo si uno tiene una mejor opción. El mundo gira con más piedad si uno se sabe juntar. Y yo me supe juntar. Y he aquí la descripción visual de mi domingo. Si algo tenía que doler no dolió. Si de algo me tenía que lamentar, no me acordé. Si estaba cansada de amores pues descansé. Un domingo, con las amigas, durmiendo, viendo películas, cocinando, comiendo como si nada engordara y goloseando para descansar el alma. Así, no hay domingo que acabe con uno. Las penas, dolores, golpes de pecho y desilusiones engorrosas del día en que termina el fin de semana, se hacen borrosas si uno tiene una mejor compañía: un postre feliz que calma lo que uno cree incalmable.

142: Día de belleza para coger fuerza



Aun dormida y con su tranquilidad característica me despertó porque nos teníamos que ir. “¿Pero, qué hora es?”, le pregunté. Con su calma de siempre me respondió que las once. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ONCE!!!!!!!!!!!!!!!, dije yo, “¡¡¿¿pero si nos acostamos a las 6 o 7 de la mañana!!??”. No le importó y me obligó a bañarme, porque yo no quería, obvio. Había que irnos a enfrentar un día que ni imaginábamos que sería tan perfecto. Llegamos al salón de belleza a entender que en ese momento cualquier mujer hubiera querido ser nosotras, hasta nosotras mismas. Me acostaron en una camilla y me hicieron la cera de la cabeza a los pies. Acto seguido un manicure y pedicura con colores primaverales para alegrarme las manos y los pies que desde que llegué a España los tenía tirados en el olvido. Silla masajeadora por si no era suficiente. Amigas y chistes en simultáneo. Y debo confesar lo mejor del plan: todo sin poner un peso. Ni unito.
Sí, un perfecto día de belleza. Pensé que la vida me estaba mandando un mensaje: “Ya sé que ha sido larga y dura la espera, esta es mi forma de compensarte. Toma fuerza para empezar de nuevo. Ponte linda, sonríe y siéntete segura de ti misma porque lo que sigue será mejor, tal vez igual de duro, pero mejor. Un abrazo, la vida”

viernes, 27 de abril de 2012

DÍA 141: que rico que es ser yo

En algunos momentos tengo claro que es demasiado chevere ser yo. Este es un ejemplo. Ni el mejor de los novios me hubiera podido dar todo esto. Ni en navidad hubiera juntando algo semejante con los regalos de mis papas, mi hermano, mis amigas y hasta mis tías. Y es que me tocó desde unas gafas Versace, polvos Channel, pasando por shampoo, cremas, cepillo de dientes eléctrico, pañuelo y hasta lo inimaginable. ¡La, la, la, la!: Mermelada, forro para un computador, crema para las bubbies, pintauñas y no sigo porque puedo despertar envidias. Estas son las cosas que en la revista ya no cabían y tenían que regalar y bueno, a mi me tocaron. Cada uno tomó su bolsa, llena, repleta de cosas con las que toda mujer sueña. Con lo que sea que me hubieran dado yo hubiera sido feliz, sin embargo, soy más feliz por todas las cosas increíbles que me tocaron. Sí, si, ya sé, da gusto trabajar en una revista y ser yo, no?

sábado, 21 de abril de 2012

DÍA 140: ¿Claudia?

Llevo dos años publicando cualquier cosa que se me pasa por la cabeza. Con mis errores y con algunos aciertos. Con mi audiencia que me lee y me quiere tal y con mis disparates. Pero aquí la cosa es diferente. Tengo que escribir para españoles. En papel impreso. Con sus palabras y con su diferente conjugación de verbos. De temas cien por ciento diferentes a los que estoy acostumbrada. Y con la menor cantidad posible de errores. Donde nadie, absolutamente nadie me conoce. Y no suena bonito ser Mema aquí porque Mema aquí es boba. Así que soy Claudia y hasta con esa firma me siento rara y diferente. Joder. Cada día es un reto. Y me siento insegura y todas esas cosas que le pasa a la gente cuando está en un trabajo nuevo. Pero el camino es largo y cada día es de aprendizaje. Y como ahí voy, aquí la primera nota que me publicaron. Toda corregida y modificada. Pero con mi nombre, eso sí.

DÍA 139: Hay que pedir

Uno a veces no pide por miedo a que lo que uno quiere no sea concedido. Pero si uno no pide no tiene. Lo peor que puede pasar es que le digan a uno que no. Y lo dicho: quiero las cosas con tanta pasión que la vida se conmueve y me las da. Y se las pido. Una y otra vez. Y voy por ahí diciendole a todo el mundo que quiero esto o lo otro. Que ya se lo he dicho a la vida. Me lo recuerdo antes de dormir. Cuando me levanto. Cuando veo lo que quiero. Cuando me preguntan. Vivo constantemente pidiendo lo que quiero. Y por eso estoy otra vez yo aquí con el corazón sorprendido, agradecido e hinchado por los mimos de la vida. Desde que llegué le puse el ojo a Yo Dona. Una revista de Unidad Editorial (que es a donde pertenece El Mundo o sea a donde pertenece mi master) de mujeres. Y nada, hable, la busqué, la pedí y justito ahí quedé para hacer las prácticas de mi master. Así que este no es un suspiro cualquiera. Este es un suspiro feliz recibiendo el mensaje de la vida diciendome que todo va bien, que siga en este camino, que es el que es.

miércoles, 18 de abril de 2012

DÍA 138: una abuelita adoptiva plis

Debía tener ochenta y tantos años. Tenía un vestido negro, un saco del mismo color y complementaba su pinta con unas medias y zapatos que no variaban de tonalidad. Tenía una diadema que recién comprada debió tener muchos brillanticos y aunque ya le quedaban pocos todavía había unos cuantos que cumplían su función. Estaba llena de arrugas inclusive las llevaba en el alma. Se las vi, sí, las arrugas que llevaba en el alma cuando dejó caer una lágrima.

Le pregunte que si se quería sentar. Pero se negó. Asumí que a su edad ya había concluido que cualquier dolor se alivia más rápido cuando uno está de pie. O tal vez no sentarse la haría más fuerte para sacar ese dolor que llevaba. Me partió el alma verla llorar. Realmente pensé que a los ochenta años, cuando ya uno ha visto todo, sentido todo, vivido todo, muerto y vuelto a vivir por todo, los dolores ya no dolían tanto. Pero vaya sorpresa, las lágrimas de la abuelita del metro demostraron que los dolores son dolores a cualquier edad. Y que por más que nos pasen los años y suframos mil decepciones, no dejarán de doler. Y yo quería abrazarle y quería preguntarle que si necesitaba una nieta adoptiva porque yo no quiero que nunca, como ella, la vida me deje de doler o me deje de alegrar e ilusionar. Nunca.

lunes, 16 de abril de 2012

DÍA 137: la hoja en blanco es yo llena de miedo

Pocas veces me pasa que veo la hoja en blanco y no sé cómo rellenarla. Hoy es un día de esos. De esos que siento que todo está dicho. O de esos días que digo que todo esta dicho para no aceptar que me hace falta fuerza para reconocer que aquí dentro hay algo mal. La verdad es que mi hoja en blanco no es más que mi capricho de no admitir que por estos días estoy llena de miedos. Y como escribir es mirar para dentro, con trasparencia, objetividad y mucha valentía, la hoja permanece en blanco. Pero yo hoy, hoy no la puedo llenar. Porque tengo miedo. Sí, yo, señorita valentía. Yo, la que nunca cree en imposibles. La que cree en ella y más aun en su alegría. Ella, la sin miedos, tiene miedo. Tiene miedo de no lograr esos imposibles que por más imposibles que parecieran para ella siempre fueron posibles. Tiene miedo de perder su alegría y no ser la alegría de nadie. Tiene miedos. Tengo miedos. Varios. Por eso la hoja en blanco es el reflejo del susto en el corazón, la mente bloqueada, la ansiedad en el alma y el miedo de mi misma.

domingo, 15 de abril de 2012

DÍAS de Semana Santa IV; Meet Malaga

Llegué como a todos los lugares que voy: con curiosidad y entusiasmo en el corazón. Llegué a ver qué tenía de igual y qué tenía de diferente a los otros sitios que he visitado. A buscarle diferencias y a quererlo igual que a todos. A tomarle fotos y a hacerlo mío. Pero con Málaga me pasó algo diferente. Me sobreactué con eso de hacerlo mío. Y es que llegué a creerme malagueña, lo juro. Ya saludaba a los nativos. Caminaba por las calles con propiedad. Y hasta bailaba sevillana. Y es que cuando me fui de ahí decidí que quería regresar. Y lo sentí con una urgencia irracional de esas que pocas veces dejo escapar. Así que irracionalmente dejé el resto de los lugares por descubrir y volví. Y no, no me había pasado antes. No sé si era la rumba que no terminó sino hasta que volví a Madrid. No sé si fue el grupo increíble de personas con quien me lo gocé. También pudo ser que tenía los mejores anfitriones del planeta. O por la comida deliciosa. Quién quita que haya sido por haber estado en la casa más bella. O porque el lugar está lleno de alegría en el ambiente. La playa o los chicos guapos por todas partes. O por mi delicioso coqueteo de vacaciones. No lo sé pero pudo haber sido por cualquier razón. Pero eso sí; es el único lugar que hasta el momento las ha tenido todas. Y por eso es que me quedé en Málaga y no quería volver y ahora que volví quiero regresar.

viernes, 13 de abril de 2012

Día 135: Asyh

Yo también es que me pongo a inventar. Podría estar muy en mi casa, con mis papas, con mi hermano y con mi sobrino consintiendome hasta el cansancio. Podría estar allá frente a la playa con Rosa haciendome mis tres comidas bien ricas y organizandome el cuarto y hasta diciendo con ojos de amor que soy demasiado guapa. Podría estar allá, con un buen trabajo. Podría estar allá siendo literalmente la PrincesaSamaria. Con carro. Con los de toda la vida. Con los paseos en bote los fines de semana. Pero no, me vine a lavar, cocinar, tender la cama, limpiar, coger metro, ESTUDIAR. El camino dificil que en días como hoy me pregunto si valdrá la pena. Y evaluó mis decisiones y replanteo mis pasos. Pero solo es una pataleta luego de un día de esos no tan cheveres. Porque días frustrantes y grises son necesarios. Los necesito, para sacudirme y seguir. Y pasa rápido porque al final del día pienso que cada lavada, cada cocinada, cada mala nota, cada sentimiento de nostalgia por el amor de los mios, cada frustración, cada todo, ha valido cada segundo de este camino culebrero que escogí.  

miércoles, 11 de abril de 2012

DÍAS de Semana Santa III

Marbella me encantó. Tiene la sal con la que me crié. La alegría que equilibra mi vida. Los colores que siempre le hacen falta a las capitales. Los turistas felices. Los barcos, tiendas y carros que merezco. Tiene su puerto Banús. Tiene su propia vida. Y es que Marbella es de mar, como yo, solo que en las emisoras suenan olés, las mujeres bailan con las manos y los hombres son guapos todos. Me gustó Marbella, que sí, que sí tío. Me sentí en casa y pensé, al pasar los días y recorrer los lugares, que si yo fuera española, indudablemente, fuera andaluza. Y olé.

DÍAS de Semana Santa II

En Ronda por ejemplo comimos rabo de toro y no entramos a la plaza de toros que se veía divina porque la entrada costaba como diez euros del alma. Nos llovió y le compramos unos paraguas de tigre al chino de la esquina. Paseamos entre las callecitas y nos dejamos abrazar por el tajo (foto): Inmenso. Imponente. Vivo. Bello. Foto aquí, foto allá. Se siente el calor de la gente. Ya empieza uno a querer oír sevillanas. A entender el olor a jazmín. A ver monumentos de toros y toreros por las calles. Ya uno empieza a entender la sabrosura y lindura del sur.

DÍAS de Semana Santa

Cogimos nuestros corotos y nos fuimos para el sur. Dicen que para hacer bien el amor hay que ir ahí. Además, decían que era muy lindo, especialmente en Semana Santa. Así que era un destino obligado. Y bueno, fuimos a comprobar que esos mitos callejeros eran certeros. Y lo comprobamos. Lo de que es bonito, porque eso de que para hacer bien el amor hay que ir al sur, lo comprobé yo sola.

Pd; Por cierto, eso es en Cordoba, un lugar de calles pequeñas y en donde los balcones quedan tan cerca los unos de los otros que los enamorados se podían besar de balcón a balcón.

lunes, 9 de abril de 2012

DÍA 131: Hay ojos ajenos en los que uno se ve mejor


La verdad es que existen ojos en los que uno se encuentra mejor que en los propios. Y el viernes ese par de ojos llegaron a verme. Sí, llegó a verme la hermana que no es hermana pero es prima hermana como si fuera hermana. Y aunque teníamos menos de un año sin vernos se nos hizo como si fueran miles, cientos, siglos de hecho. Así que nos abrazamos con felicidad y lagrimas en los ojos. Entonces como por arte de magia, desde ese momento, la vida se me estabilizó. La necesitaba y fui absoluta, increíble, rotundamente feliz solo con verla. Y es que uno a veces necesita sentirse en casa para continuar con tranquilidad y firmeza. A veces uno necesita verse fuerte e indestructible en los ojos que lo miran a uno con amor, con amor del verdadero, para poder entender que es fuerte e indestructible. Y así fue. Me entendí, volví a ver esa parte de mi que perdía de vista, sacudí los medios y las inseguridades y la tranquilidad y la firmeza llegaron a través de sus ojos a mi corazón.