domingo, 6 de mayo de 2012

DÍA 146: ALERTA ¡Me deje abrazar!

Las discusiones siempre se abrían y se extendían por horas. Que cómo así que no te gusta que te abracen. Que cómo así que si estas durmiendo con un tipo no quieres que este pegado a ti toda la noche. Que cómo así, cómo si no hay nada más rico que eso. Todas quieren que las abracen, toda la noche, todas las horas. Pero yo no. Y siempre era la misma discusión. Con las amigas de toda la vida. Con las nuevas. Con las del master o con las de las calles. Y yo las veía y me quedaba sorprendida de ellas y ellas me veían y se quedaban sorprendidas de mi anomalía. Y seguíamos discutiendo, por horas y yo explicaba que me gusta dormir, que mi espacio, que me ahogo, que me siento atrapada, que no me puedo mover tranquila, que qué angustia despertarlo o que qué mamera que me despierte cada que se mueve. Y así exponía todas mis excusas que por años he venido desarrollando para argumentar que no quiero que nadie me abrace mientras duermo. Pero esa noche descubrí despertándome cada tanto en la misma noche porque él se movía. O porque yo necesitaba voltearme. Me descubrí después de muchos, demasiados años, demasiadas discusiones sobre el tema, demasiados abrazos que no me dejé dar, buscándolo en la oscuridad para que me abrazara. Para que no me soltara. Para que me mostrara que estaba ahí. Que estaba conmigo y que al igual que yo sentía que la noche, no era una noche cualquiera y estaba siendo linda. Así que por primera noche desde que un exnovio que me abrazó mucho, todas las noches, de todos los días, de un par de años, se largó, me dejé abrazar. Luego de haberme puesto una coraza contra abrazos por ese amor que extrañé demasiadas noches seguidas y que por un tiempo hizo que sintiera que la cama se hacía inmensa y con dolor recurriera al abrazo de una almohada mientras me acostumbraba a sobrevivir a las noches sin abrazos. Por primera vez desde entonces, me descubrí dejándome abrazar. Sonriendo cuando me despertaba y me daba cuenta que efectivamente estaba ahí, abrazandome. A la mañana siguiente, me puse los tacones y me fui. Esta vez no caminaba derrotada, ni dandome golpes de pecho. Esta vez caminaba pensando que durante tanto tiempo no me había dejado abrazar porque realmente no quería que ninguno de los anteriores se quedaran o que ninguno de ellos me llenaran de razones para quedarme. No quería que ninguno de ellos me hicieran sentir bonito como para que me abrazaran y yo dudara si quiera el hecho de quedarme. O que tal vez, nunca me dejaba abrazar para no sentir bonito y luego, sabiendo que no iban a estar después, extrañarlos. La cosa es que mi barrera era tan inmensa que ninguno intentaba si quiera ponerme un brazo encima. No sé qué diablos pasó. Pero esto se puso peligroso. Esta vez, en la primera noche, me dejé abrazar. Sintiendo algo raro, muy raro, como si él quisiera quedarse. Y lo abracé. Como si dejándome abrazar y abrazandolo, le estuviera diciendo "quédate y haz lo que tengas que hacer, para que yo me quede, que esto se está sintiendo lindo.

1 comentario:

  1. ... te perdimos :(
    Aunque contenta de que estés dejándote abrazar! Son sentimientos encontrados! Mua mi red. TQ.

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