lunes, 9 de enero de 2012

DÍA 71: De vuelta


De vuelta en Madrid. Mi Madrid. Llegué con ganas de volver y sin ellas. Quería seguir conociendo. Quería seguir moviendome, caminando, corriendo y esperando con mi alegre maleta. Quería seguir cargando con ella por metros, trenes, calles, carreteras, escaleras eléctricas y agonizando en las no eléctricas. Quería seguir cambiando de hotel con la incertidumbre de cómo sería, lindo o no tanto, si tendría toallas o jabones para llevar. Sentir cada noche la ilusión de qué sería el desayuno, si habría chocolate caliente o para untar en tostadas, jugo de naranja natural o de caja, qué quesos y qué frutas. Quería seguir caminando por horas mapa en mano y sin mapa. Caminando, perdiendome y encontrandome en lugares que valían la perdida. Quería, es más, necesitaba, para morir en paz, pisar esos lugares que siempre había soñado recorrer. Pero que al tenerlos en frente me daba cuenta que nunca en mis sueños fueron tan reales, mágicos y fantasiosos. Nunca en mis sueños un lugar podría erizarme la piel, hincharme el corazón o dejarme sin aliento. Nunca en mis remotas fantasías por alcanzar, me daría felicidad oír y leer en cada esquina diferentes idiomas. TENER, por obligación, que probar desde helados y pastas, hasta creppes de nutella o de jamón, entrecot y mejillones. Sentir la necesidad de conocer todo, -iglesias, monumentos, parques, tiendas, restaurantes, bares, miradores, pinturas, barrios, gente- y no dejar nada para otra ocasión. Nunca en mis sueños y fantasías, el mundo podría tener tanta magia como la que encontré.

Fueron días increíbles en lugares más increíbles. Días en donde cada segundo, cada nueva experiencia, cada paso me hacían sentir afortunada, viva y agradecida. Poder ver, oler, tocar, disfrutar. Por poder estar ahí. Días fríos, otros helados. Días rosados y otros grises. Días de histeria, días de libertad, días de cansancio, días de sabiduría. Días buenos y días no tanto. Días sin paciencia y días de paciencia infinita. Días cargados de lugares y sonrisas de mi corazón. Días que aunque algunos lo intentaron no lograron quitarme la sonrisa ilusionada que traigo y llevo a donde voy.

No quería volver, quería seguir conociendo. Pero volví llenita de historías. Alegrías. Satisfacción. Volví con agradecimiento sincero en mi alma. Orgullosa de mi crianza, de mi fuerza, de mi libertad y de mi mamá. Volví satisfecha de mi inquebrantable sonrisa. Volví coqueta con mi fácil capacidad de maravillarme con todo. Con mi audacia para que con lo mínimo lograr ser feliz. Volví porque había que volver. Volví porque mi historia y mi viaje continua, aquí en Madrid, aquí en El Mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario