La verdad es que llegué como a la cita número 15 o algo así.
En algún momento perdí la cuenta aunque era divertido llevarla, quién carajos
tiene claro el número de dates que lleva con un tipo: las locas. Pero yo
tengo derecho de estar loca, por guapa y soltera. La cosa es que para mi,
fueron demasiadas, demasiadisisisisismas salidas. Y a pesar de que no
trascendió, ni llegué a pasarme a vivir con él, ni a casarme, ni esas cosas que
uno empieza a maquinar sin control, me doy por bien servida. La pasé bien. Fue
buena onda él. Cada que lo veía lo único que hacía era reír. Fue una especie de
galán. De esos caballeros modernos, jodidos por otra relación y libres que no quieren
otra. O de pronto sí quiere, pero no conmigo, o no como yo quiero. Y de pronto
algún día iba a querer, sí, sí, estoy segura, pero no estoy para sentarme a
esperar y sufrir todo ese desgaste emocional que me estaba matando. Esperar
llamadas. Querer verlo y no poder. No poder ser tierna y amorosa por no saber
si tengo la autorización. No salir juntos. No hacerle seguimiento a mi día a día. Ay no. No había más a dónde ir. Así que cogí mis motetes y caminé al olvido. Sí,
estuvo divertido tener una ilusión. Pero la verdad, lo más divertido fue darme la
oportunidad a mi misma de tener algún acercamiento al amor. Mínimo, pero
acercamiento. Sin embargo, mejor me muevo y sigo con la tranquilidad de mi soledad
hasta que llegue alguien con quien pueda ser amorosa, muy amorosa y empalagosa.
Que lo llame 100 veces al día y el a mí 200 a preguntarme qué ha pasado. Que
nos veamos todos los días. Durmamos todos las noches juntos. Hagamos el amor al
despertarnos, en la mitad de la noche, y en todos los lugares. Algo
así o no así, pero chévere y romántico. Muy chévere y muy romántico
porfi. Algo que implique un acercamiento cercano y profundo al amor. ¿Se podrá?
No hay comentarios:
Publicar un comentario